A pesar de que The Gallows es una película de metraje encontrado bastante simple, eso no impidió que se realizara una segunda parte. Este segundo acto utiliza una fórmula parecida al de la secuela de The Blair Witch Project. El final de la primera película dejo varias cuestiones y sospechas que afortunadamente son aclaradas aquí. Lo que al principio parecía que el teatro era lo que estaba maldito, pues resulta que eso yacía en la obra misma. Después de años, en tan poco tiempo, se puede notar que lo que sucedió en la primera película debió ser muy relevante para que la obra maldita se convirtiera en toda una leyenda urbana al punto de llegar al internet y tener su propio culto. La película es un producto que muy claramente se aferra a la generación Z por como trata la obra maldita en las redes como si fuera un creepypasta y también por su protagonista. Aquí tenemos a una joven que se ha sentido demasiada infravalorada y que trata de hacerse oír, ya sea tratando de ser una actriz o una influencer en YouTube. Es una representación de como los jóvenes están dispuestos a tratar de ganar popularidad en las redes, pero la protagonista tiene este conflicto de si seguir usando el desafío de Charlie para hacerse notar, aunque eso signifique llevarla a su muerte. La idea parece absurda, pero es lo que los jóvenes suelen hacer con tal de hacerse notar. Es cierto que en aspectos técnicos, la película llega a sentirse inferior a su predecesora. De hecho, se siente como una película diferente. Por lo menos, logra ofrecer buenos sustos. No genera tanta tensión como la película anterior, pero sí el deseo de saber qué sucede después. El giro argumental sí es algo realmente inesperado. The Gallows: Act II es una secuela que al menos cumple, pero debido a su diferencia técnica con la película anterior, es obvio que no será del agrado de muchos. Mi calificación final para esta película es un 7/10.