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Voto de Echanove:
6
Western
Fernando Camayo (Robert Woods) regresa a Texas para vengarse por la muerte de sus hermanos. Al llegar trata de iniciar una revolución contra el despotismo de los terratenientes, pero su relación con su viejo amigo Cipriano, que se convirtió en un bandido, destruye sus planes. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un 'Zapata western' que comienza de modo muy prometedor y que poco a poco se va diluyendo. De hondo contenido social y gran contenido político revolucionario en sus premisas de base, mediada la cinta, la trama se agarrota y enmaraña hasta conducir a un final bastante desvaído e incoherente con el resto.
De paternidad algo dudosa, pues parece que Demófilo Fidani terminó participando como director en el rodaje y fue quien finalizó la película, aparte de producirla y reservarse un papel, todo la parte inicial es bastante tremebunda, incluso con algún apunte 'gore' de cómo pisotean los caballos la cabeza de un pobre hombre enterrado en el suelo por oponerse al derecho de pernada de un tal Don Enrique (Calisto Calisti) sobre su hermana, además de la violación y asesinato de esta por dos guardas de este hacendado.
Y es que el filme, ambientado en 1889 en el México de Porfirio Díaz, pretende, como otros 'zapata western', ser una denuncia del período y justificar la revolución. Su intención se expresa desde los mismos títulos de crédito, sobreimpresos sobe fotos de aquella epopeya acontecida veinte años más tarde y de sus caudillos, como Villa o Zapata.
La matriarca de esta familia que osó oponerse al señorito traspasará la frontera con Texas, en busca de su hijo emigrado Fernando (Robert Woods), que al conocer los hechos no sólo buscará venganza sino que al ser lo que antes se llamaba "un hombre concienciado", comprende que debe promover algún tipo de cambio político. El problema es que se asociará con un bandido llamado Cipriano (Jeff Cameron) que quiere hacer uso de la revolución para seguir cometiendo fechorias.
Siendo el planteamiento atractivo y estando en un principio rodada la cinta con pulso y convicción (e ncluso con bastantes medios, siquiera sea por la cuantiosa presencia de extras en escenas de masas), además de estar muy bien interpretada por casi todo el mundo (destacando en ello el eficaz y desgarbado Woods), contar con buenas secuencias de acción y hasta con buena música, el lastre, ya se ha dicho, es que a partir de la vuelta del protagonista a México y una brillante secuencia en que tiene un primer enfrentamiento con el hacendado, la trama no sabe muy bien por donde seguir.
Como si a la película le ocurriera como a esos futbolistas que tras realizar un buen desmarque, al llegar al área contraria no saben cómo hacer frente a los defensas rivales y pierden el balón, pese a haber llegado allí en posición ventajosa, porque dudan y "se les hace de noche" o, expresado de modo más vulgar, "se hacen con la picha un lío".
(sigo en Zona Spoiler)
De paternidad algo dudosa, pues parece que Demófilo Fidani terminó participando como director en el rodaje y fue quien finalizó la película, aparte de producirla y reservarse un papel, todo la parte inicial es bastante tremebunda, incluso con algún apunte 'gore' de cómo pisotean los caballos la cabeza de un pobre hombre enterrado en el suelo por oponerse al derecho de pernada de un tal Don Enrique (Calisto Calisti) sobre su hermana, además de la violación y asesinato de esta por dos guardas de este hacendado.
Y es que el filme, ambientado en 1889 en el México de Porfirio Díaz, pretende, como otros 'zapata western', ser una denuncia del período y justificar la revolución. Su intención se expresa desde los mismos títulos de crédito, sobreimpresos sobe fotos de aquella epopeya acontecida veinte años más tarde y de sus caudillos, como Villa o Zapata.
La matriarca de esta familia que osó oponerse al señorito traspasará la frontera con Texas, en busca de su hijo emigrado Fernando (Robert Woods), que al conocer los hechos no sólo buscará venganza sino que al ser lo que antes se llamaba "un hombre concienciado", comprende que debe promover algún tipo de cambio político. El problema es que se asociará con un bandido llamado Cipriano (Jeff Cameron) que quiere hacer uso de la revolución para seguir cometiendo fechorias.
Siendo el planteamiento atractivo y estando en un principio rodada la cinta con pulso y convicción (e ncluso con bastantes medios, siquiera sea por la cuantiosa presencia de extras en escenas de masas), además de estar muy bien interpretada por casi todo el mundo (destacando en ello el eficaz y desgarbado Woods), contar con buenas secuencias de acción y hasta con buena música, el lastre, ya se ha dicho, es que a partir de la vuelta del protagonista a México y una brillante secuencia en que tiene un primer enfrentamiento con el hacendado, la trama no sabe muy bien por donde seguir.
Como si a la película le ocurriera como a esos futbolistas que tras realizar un buen desmarque, al llegar al área contraria no saben cómo hacer frente a los defensas rivales y pierden el balón, pese a haber llegado allí en posición ventajosa, porque dudan y "se les hace de noche" o, expresado de modo más vulgar, "se hacen con la picha un lío".
(sigo en Zona Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y lo explicaré con algunos detalles:
---Fernando tiene varios tras llegar a México: a su amigo Paco (Pedro Hermandariz), se unen pronto una mujer llamada Consuelo (Cristina Penz) y Cipriano (Jeff Cameron). Pero no se sabe bien qué relaciones hay entre ellos cuatro. No se definen adecuadamente, sobre todo en lo que tiene que ver con la mujer. Aunque coman juntos Fernando, Paco y Consuelo, y el segundo les diga que quiere aprender a escribir, por ejemplo. Falta guión.
---Hay elipsis narrativas en cuestiones como la ampliación del grupo de seguidores que implican un sentido del tiempo que no se corresponde con la premiosidad con que se nos cuentan otras cosas, como el apresamiento y posterior liberación de Cipriano. Creo que no sé explicarlo mucho mejor que diciendo que la narración queda a ratos como rara.
---Falta un personaje como el intelectual que hace Fernando Rey en "Los Compañeros" (Sergio Corbucci, 1970), por mucha conciencia política con que se dote a Fernando. A veces parece como si la película se ciñera demasiado a la Hacienda de don Enrique y sus alrededores.
---A todo lo que ocurre dentro de la Hacienda a sus moradores le falta definición y garra. Se esboza un ofrecimiento de don Enrique al americano (Demófilo Fidani) con cuyo hijo va a casar a su hija de una sirvienta (simoneta Vitelli) para que se acueste con ella. Pero no se profundiza ni en esa subtrama ni en la de los jóvenes hijos de ambos, que hubiera enriquecido mucho la peli de cara al posterior apresamiento de ella en el tercio final.
Después, creo que ya lo he escrito, el final, al margen de la brillantez de la secuencia del duelo, es algo desvaído. El héroe ha perdido la partida y tendrá que volver a Texas. Hay además una serie de fundidos encadenados, algo extraños, a modo de flashbaclks queriendo reflejar la frustración y cansancio del protagonista. La triste derrota.
En fin, es una opción. La película escoge esa resolución melancólica, quizá más realista que un final de inmolación como el de "Los Compañeros". Y que enlazaría con las fotos de Villa y Zapata, veinte años después, de los créditos iniciales. Lo que pasa es que para entonces, insisto, ya la peli bastantes minutos antes "se ha hecho con la picha un lío".
Aunque no por ello deja de tener cierto interés.
---Fernando tiene varios tras llegar a México: a su amigo Paco (Pedro Hermandariz), se unen pronto una mujer llamada Consuelo (Cristina Penz) y Cipriano (Jeff Cameron). Pero no se sabe bien qué relaciones hay entre ellos cuatro. No se definen adecuadamente, sobre todo en lo que tiene que ver con la mujer. Aunque coman juntos Fernando, Paco y Consuelo, y el segundo les diga que quiere aprender a escribir, por ejemplo. Falta guión.
---Hay elipsis narrativas en cuestiones como la ampliación del grupo de seguidores que implican un sentido del tiempo que no se corresponde con la premiosidad con que se nos cuentan otras cosas, como el apresamiento y posterior liberación de Cipriano. Creo que no sé explicarlo mucho mejor que diciendo que la narración queda a ratos como rara.
---Falta un personaje como el intelectual que hace Fernando Rey en "Los Compañeros" (Sergio Corbucci, 1970), por mucha conciencia política con que se dote a Fernando. A veces parece como si la película se ciñera demasiado a la Hacienda de don Enrique y sus alrededores.
---A todo lo que ocurre dentro de la Hacienda a sus moradores le falta definición y garra. Se esboza un ofrecimiento de don Enrique al americano (Demófilo Fidani) con cuyo hijo va a casar a su hija de una sirvienta (simoneta Vitelli) para que se acueste con ella. Pero no se profundiza ni en esa subtrama ni en la de los jóvenes hijos de ambos, que hubiera enriquecido mucho la peli de cara al posterior apresamiento de ella en el tercio final.
Después, creo que ya lo he escrito, el final, al margen de la brillantez de la secuencia del duelo, es algo desvaído. El héroe ha perdido la partida y tendrá que volver a Texas. Hay además una serie de fundidos encadenados, algo extraños, a modo de flashbaclks queriendo reflejar la frustración y cansancio del protagonista. La triste derrota.
En fin, es una opción. La película escoge esa resolución melancólica, quizá más realista que un final de inmolación como el de "Los Compañeros". Y que enlazaría con las fotos de Villa y Zapata, veinte años después, de los créditos iniciales. Lo que pasa es que para entonces, insisto, ya la peli bastantes minutos antes "se ha hecho con la picha un lío".
Aunque no por ello deja de tener cierto interés.