Magnífico ejemplo de 'policial barcelonés', producido por Iquino, con guión en que intervino el luego prestigioso director Julio Coll ("Distrito Quinto", "Los Cuervos") y elegante y rigurosa puesta en escena de Javier Setó, en su debut tas las cámaras.

Una peli muy clásica, narrada bajo parámetros propios del canon hollywoodiense, y que de lo que va es de un tema que en tiempos pretéritos estuvo candente en la posguerra y muchos hemos oído hablar más de una vez a personas mayores: el contrabando de medicamentos y, más en particular, de antibióticos.

En glorioso blanco y negro y con cierto protagonismo de la portuguesa Isabel de Castro, en los años 50 presente con frecuencia en producciones españolas y que aquí luce palmito incluso en alguna secuencia musical en plan Ava Gardner, el filme es estéticamente muy brillante. Sabe crear muy bien atmósferas y sacar provecho de los exteriores.Y está bien interpretado, además de por De Castro, por gente como Manuel Monroy, Manolo Gas o Carlos Otero (luego habitual en las pelis de Coll y que aquí sabe hacer muy bien de villano siniestro y algo sádico), entre otros.

El único problema que tiene es que, tras un inicio que por su impacto casi podría calificarse como espectacular, se estanca narrativamente un poco hacia la mitad del metraje y la mezcla entre cine y negro y melodrama del tercio final, que incluye sus dosis de moralina, quizá no termina de funcionar del todo, de manera que globalmente el filme va un poco de más a menos.

Señalemos también como curiosidad la presencia en un pequeño papel de Miguel Angel Valdivieso, luego conocido como locutor deportivo pero, sobre todo, como actor de doblaje, al ser la voz de Woody Allen. No fue la única peli en que se puso delante de las cámaras en los años 50.