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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
8
Drama Narra la historia de amor entre Elise y Didier. Ella tiene una tienda de tatuajes, él toca el banjo en una banda. Es amor a primera vista, a pesar de sus diferencias. Él habla, ella escucha. Él es ateo y un ingenuo romántico. Ella tiene una cruz tatuada en el cuello, y los pies en el suelo. Su felicidad se completa con el nacimiento de la pequeña Maybelle. Pero la niña enferma a los seis años. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alabama Monroe va de frente. Desde la primera escena ya nos abre paso una historia que necesita saliva a raudales para poder ser digerida. Porque una cinta que se presenta con una niña de seis años enferma de cáncer en la habitación de un hospital ya vaticina su dificultad. Una declaración de intenciones que pende de un hilo. Ese que separa la sensiblería de manual de un ejercicio emotivo de impacto. Alabama Monroe con algún que otro malabarismo cae del lado de la verdad. La que duele a un espectador cuyo semblante cambia a las primeras de cambio. Un espectador partícipe en esta historia de amor porque ante todo la película es eso. Un cuadrilatero donde el corazón y la razón se baten a duelo. Ese espacio en el que salen a relucir las flaquezas de alguien que ha perdido lo más querido. La enfermedad sirve de marco pero no se convierte en el eje central sino que el director otorga las riendas de la historia a las distintas maneras de enfrentar la pérdida.

Didier es un músico apasionado del bluegrass que toca el banjo en una banda. Elise trabaja como tatuadora. Dos mundos no tan alejados que pronto encuentran una conexión y fruto de ella nacerá Maybelle. La pareja inicia una vida en común pero la felicidad se cuestiona con el diagnóstico de la enfermedad de la pequeña. Didier buscará culpables. Elise se refugiará en la fe. Dos frentes abiertos que arrasan los cimientos de su relación.

Con semejante guión pocos recursos más cabría esperar por parte de su director a la hora de zarandear al público. Van Groeningen no deja puntada sin hilo cuando se trata de crear conflicto. A un texto complejo le une una narración nada líneal que a base de elipsis y continuos flashback y flashforwards otorga el ritmo preciso para insuflar oxígeno a una trama que lo pide a gritos. Ahí también ayuda la exquisita banda sonora que da voz al calvario de sus protagonistas. Dos actores desconocidos para el gran público que se revelan en un torce de force de altura, Veerle Baetens y Johan Heldelbergh.

Para quienes soporten altas dosis de emotividad y nos les impida llegar a un interesante debate sobre la religión y las creencias.

Lo mejor: su riesgo a la hora de mostrar lo cruda que puede llegar a ser la vida.
Lo peor: que por su intensidad la metan en el saco del melodrama de sobremesa.
Ulher
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