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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de William Munny:
5
Drama El día de la Epifanía de 1904 está a punto de empezar una de las fiestas más concurridas de Dublín, la de las señoritas Morkan. Entre los invitados se encuentra Gabriel Conroy, sobrino de las anfitrionas y marido de la hermosa Gretta. Esa noche, los invitados disfrutan de una magnífica velada. Gabriel, muy enamorado de su esposa, observa su emoción cuando suena una antigua canción de amor. De vuelta a casa, Gretta le confiesa un secreto. (FILMAFFINITY) [+]
24 de septiembre de 2006
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los dublineses” es una película realizada por la maestría de un director que lo fue todo en Hollywood. Un academicista experto de la técnica al cual le gustaba rodar bajo los principios clásicos que hicieron tan grande este arte y que ocultaba su excéntrico y ácido carácter regalando al gran público obras maestras inmortales que ya ocupan su merecido lugar en la Historia.
Rodar “Los dublineses” tuvo que ser duro y aun así formalmente la película roza la perfección. Abalado por una plantilla de actores con un deje teatral muy acertado, Huston se dispuso a firmar su testamento hablando sobre la muerte a través de las palabras geniales de James Joyce.

Pero llegados a este punto, faltaría a la verdad si dijese que el film no tiene carencias, y muy graves además. La primera de ellas es el argumento. Prácticamente no existe. Si analizamos la estructura nos damos cuenta que básicamente se compone de dos primeros tercios, los que abarcan la cena y todo lo que en ella acontece, que son meramente introductorios, lo demás no es más que un pequeño diálogo y el monólogo final. Cabe preguntarse en este caso si realmente el relato de Joyce, tal como fue concebido, era adecuado para la realización de una adaptación cinematográfica que no intentase disimular su falta de dinamismo visual para trasmitir el lirismo de lo abstracto siendo lo más fiel posible al texto original.
Un problema éste que junto al ritmo sereno que imprime Huston al relato hacen que la película, pese a su escasa hora y veinte de duración, resulte por momentos anclada en la nada, reiterativa y en última instancia incluso tediosa. El lirismo tan pretendido y que es el pilar fundamental sobre el que pivota todo el entramado narrativo se pierde por los personajes, tan distantes e insulsos que nos son del todo indiferentes.

Un sofisticado drama costumbrista que levanta el interés solamente en los diez últimos minutos mediante un monólogo brillante calcado literalmente de la obra de Joyce y que cierra el film con elegancia e inusitada tristeza. Una reflexión profunda y poderosa que habla de la muerte y el paso del tiempo dando sentido a la arriesgada elección de Huston pero cuyas palabras son insuficientes para llenar el hueco de un argumento inexistente.
William Munny
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