Por muchas vueltas de tuerca que uno quiera darle a una historia como "The man from Nowhere", lo único que no puede permitirse es la calamitosa idea de que estamos ante una película propia de Steven Seagal pero en coreano. Es una reflexión intolerable para quien pretenda recomendar (o no), esta atractiva narración de indudable calidad.

Nuevamente, y gracias infinitas a este país por ello, nos encontramos una historia de venganza de las de siempre, pero contada con una sensibilidad y estética de la que tenían que tomar seria nota en EE UU, y ya van unas cuantas: Old Boy, The Chaser, A bittersweet life y I Saw the devil entre las más atractivas y de las cuales la presente se nutre sin ni siquiera disimularlo, está visto que allí, el hecho de parecerse a una película ya realizada, no ruboriza, sino que halaga.

De entre las citadas encuentro un parecido excesivo con A bittersweet life principalmente en la manera de desenvolverse del protagonista misterioso que a todos corta la respiración. Sin embargo, en este prodigio de acción trepidante se mezclan tantos temas y se contrasta con tanta sensibilidad (que no sensiblería), que la hacen un producto único. La oportunidad de redención, la venganza, la culpa, la soledad, el desencanto, el crimen, el nihilismo del delincuente, el tráfico de órganos y personas, el amor, la búsqueda, la liberación, el abrazo, el repetitivo Ajeossi maravilloso de la pequeña.

En el cine norteamericano la historia gira en torno a un personaje, a partir del cual asistimos a banales ejercicios de violencia justiciera, la película depende del protagonista, es su esencia. En el cine asiático, y este film es un ejemplo de ello, el protagonista es un invitado de excepción, un misterio que se cuida, la guinda del pastel, no sabemos de él, se descubre al tiempo que la propia venganza.

Fantástica, acción ejemplar, thriller vertiginoso. Buena película.