Con Rosetta los hermanos Dardenne consiguen muchas cosas. Porque quieren que nos sintamos mal viendo la película y lo consiguen. Porque quieren que nos sintamos culpables de invadir la intimidad de Rosetta, y lo consiguen. Porque quieren que nos metamos en la piel de Rosetta, con unos escalofriantes primeros planos de la chica, y lo consiguen. Es un cine de verdad, concebido de las entrañas. Un mal dolor de tripas.

La mención especial tiene que ser para la protagonista, esta Mouchette moderna ideada por los Dardenne, inadaptada a todo, esposa de nada, aunque la verdadera protagonista sea la forzada y voluntaria incomunicación, la falta de ilusión, la puñetera vida que a algunos todavía les cae en suerte ¿vivir?

Rosetta no tiene final, como tampoco puede ser de otra forma; ni tiene final feliz, que no pegaría, ni tiene tampoco un final trágico. La única tragedia de Rosetta es que la vida vaya a continuar para ella de la misma manera que durante toda la cinta. Gran cine en precario.