Entramos a la sala, empieza la película, todos silenciados, atentos esperando comprobar que tanto de Linklater había en la película, y de pronto ocurrió sin darnos cuenta, enganchados cual niños sin soltar el chupetín, no tenía defectos, todo encajaba bien; la actuación de D'onofrio aunque empieza nerviosa luego se sumerge en su personaje con tanta naturalidad, digno de una gran actuación; Lucho Cáceres sorprende, con ese temple y esa ecuanimidad me hizo creer que de verdad era él, a excepción de los pestañeos al final en la escena sexual que contrastan mucho con el papel que venía haciendo; diálogos originales con soltura que arrancan una sonrisa al más exigente, buena realización con el sumo cuidado de los ambientes por donde se rodaba, se podría percibir en la sala que todos ya estaban pensando salir para decir que habían visto la mejor película peruana (si es que no la mejor) después de "la ciudad y los perros" o "no se lo digas a nadie"; y mientras rogaba que por favor esta película tenga el final para consagrarse, tenía que suceder lo inevitable, lo que me venía temiendo; un final de esa forma es un balde de agua fría, un mal pase en la pichanga, un "no" de la chica que te gusta; ¿cómo diablos nadie en el juzgado va a escuchar los gritos de D'onofrio en el baño? la lógica no se puede perder, no puedes subestimar al espectador de esa manera; y el hecho que termine en un "remenber" sexual francamente carece de todo sentido por más profunda que se haya querido mostrar esa escena, un batacazo a todo lo que venía transmitiendo esta película; en fin, pudo haber sido, pero no fue, se quedó en un tal vez, en un quizás, en una promesa, en un remenber peruano; tiene momentos de gran cine, vale la pena verla sin duda, pero me quedé con la ganas de haber dicho: "Esta es la película peruana", Calero la pudo haber hecho, pero ojo que no es su "última película"