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España España · madrid
Voto de Padrinoh:
7
Comedia Un grupo de turistas americanas hace un viaje por Europa, que prevé la visita de una capital por día. Al llegar a París, se dan cuenta de que el aeropuerto es exactamente igual al de Roma, de que las carreteras son idénticas a las de Hamburgo y que las farolas guardan un curioso parecido con las de Nueva York. En resumidas cuentas, el escenario no cambia de una ciudad a otra. Y ya que no pueden conocer París, se conformarán con pasar ... [+]
22 de abril de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces una comedia ha alcanzado unos grados de perfección técnica y estética como los conseguidos en Playtime. La película gustará o no artísticamente; el espectador puede sentirse atraído por el particular sentido del humor de Tati y por los múltiples gags visuales y sketches que pueblan el film o, por el contrario, puede no coincidir con la visión del director y aburrirse soberanamente. Pero lo que resulta innegable es la enorme y sorprendente belleza estética que emana de este clásico del cine francés.
En Playtime se recrea un París aséptico y futurista, de espacios abiertos, edificios modernos y decoración minimalista. En este contexto, seguimos los pasos de una serie de personajes que se mueven entre las calles de la gran ciudad coincidiendo en aeropuertos, oficinas y restaurantes. No existe un protagonista claro, si bien cabe destacar la presencia de Monsieur Hulot, alter ego de Tati, que ya había sido visto en Mi tío (1958) y Mr’s Hulot’s holiday (1953), ambas de J. Tatischeff (su verdadero nombre).
Los diálogos no abundan en el film, dejando clara la influencia que recibe del cine mudo. Las pocas conversaciones que hay se dan en varias lenguas diferentes que, en ocasiones, se mezclan y superponen de manera caótica, acentuando el tono absurdo que sobrevuela la mayor parte de la cinta. La galería de personajes es rica y extensa y, en este sentido, cabe destacar la excelente dirección de actores que consigue dar la sensación de que incluso los extras tienen un papel asignado. Esto es sólo una pequeña muestra del detallismo y de la enfermiza manera de trabajar de Tati, que, en múltiples ocasiones, se creó deudas económicas al demorar la salida de sus filmes porque siempre había algo que retocar.
El perfeccionismo del realizador francés se traduce también en la complicada estructura de la película; particularmente en su arriesgada planificación (en la que no encontramos ni un solo primer plano) y en su original fotografía. Mediante el excelente uso de estos elementos, se consiguen retratar de manera magistral tanto el frío e impersonal París del inicio de la historia como la maravillosa y cálida Ciudad de la Luz en que termina convirtiéndose al final.
Y es que Playtime nos muestra la evolución de la capital francesa y de los personajes partiendo de una situación en la que todo está mecanizado, todo es clónico y sin alma (atención a las imágenes de los enormes edificios y de las masivas cantidades de coches idénticos hacinados en aparcamientos) y termina con una deliciosa secuencia final en la que todo es color y calidez.
Padrinoh
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