Inesperado documental cercano a un musical. Nada de aburimiento, instantes brillantes extraídos de la verdad. Imágenes de una extrema belleza. Carboneros que cuentan su vida con humor. La película respira humor, amor y vida. Más renacimiento que muerte. Nada que ver con lo que esperaba. Espléndida sorpresa. Se trata de una especie de proceso casi cercano a la alquimia pero sin piedra filosofal, con materiales muy humildes, cal y carbón, pero la trayectoria del proceso acrecienta progresivamente el interés. En Formiche Alto (Teruel) unos ancianos carboneros que hablan en un cementerio se proponen hacer una última carbonera. En Llutxent (Valencia) unos viejos caleros se proponen hacer un último horno de cal. No es nada fácil. El film nos demuestra la conveniencia de volver a estos procedimientos ecológicos y por tanto sostenibles. Decía que esperaba un documental aburrido y me han sorprendido las sorpresas, desde el teatro hasta las fiestas. Esos ancianos se vuelven jóvenes y yo como espectador he vivido su experiencia y he participado de la fiesta.