CLINT EASTWOOD dirige y protagoniza, a sus casi noventa años éste film, inevitablemente crepuscular, donde consigue con pocas florituras, un resultado de asombrosa efectividad con un pulso narrativo, sosegado, pero firme y un relato que aunque irregular, no puede dejar indiferente a nadie que tenga un mínimo de sensibilidad con nuestros mayores, esas personas aparentemente desvalidas que se encuentran ya por encima del bien o del mal y que nunca nos hacen caso. .

El eterno duro de Hollywood, adquiere un personaje más cercano a su vida real, pero no por ello menos cascarrabias y contrario a cualquier descripción mesurada que podamos pensar. El tío Clint, parece un cabrón racista y homófobo, venido a menos en sus convicciones por el paso de la edad, con un afilado y mordaz descrédito generalizado y, aparentemente, ningún síntoma de apego hacia nada ni hacia nadie, familia incluida.

Por fin sabemos que el eterno recluso forajido de Alcatraz, se ríe de sí mismo y de su propio personaje, no sé si siempre ha sido así, quizás todas sus míticas frases grandilocuentes han sido siempre pura comedia, el caso es que en ésta película, Clint está más humano que nunca y hasta cultiva flores, aunque no pierde la esencia de su inconformismo, mala leche y la mirada asesina de soslayo que ya es historia pura del cine.

Que dios nos lo conserve muchos años; larga vida al “tata” Clint , un entrañable cabrón!