Lo primero que quiero comentar, es la sorpresa que me causa ver familias enteras con niños de menos de diez años en películas “infantiles” donde algunas escenas sangrientas son de agárrate y no te menees. Debe ser que seguimos considerando el sexo y las relaciones humanas como algo insano o grotesco y la violencia una especie de juego de niños y así nos va.

Dicho ésto, AQUAMAN es la réplica Kitsch perfecta de DC y WARNER, al oscuro mundo de MARVEL y DISNEY y su personaje, encarnado por un corpulento y tontorrón JASON MOMOA, la respuesta al THOR de CHRIS HEMSWORTH y RAGNAROK. Vamos, que ambas productoras siguen enzarzadas en esa lucha titánica por la supremacía mundial de sus superhéroes para disfrute todos los superfanáticos que somos legión.

La historia del Atlante más poderoso, con permiso del NAMOR de MARVEL, es un delirio épico considerablemente entretenido y teñido de ese tono PULP, con reflejos dorados que ya apuntaba maneras en WONDER WOMAN o LA LIGA DE LA JUSTICIA y que le sienta realmente bien a la franquicia, lo que no impide para nada, que las luchas sean realmente épicas y estén, hoy mismo, por encima de las que nos ofrece MARVEL.

Poco importa que todo sea absurdo, el guión un coladero y la película sea un refrito descaradísimo de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, AVATAR o PACIFIC RIM, con Kaiju incluido, el director JAMES WAN, se saca de la chistera una apuesta tan excesiva e impactante, como su propio metraje de dos horas y media que se pasan volando mientras nos sumergimos en las profundas aguas de una ATLANTIS voluptuosa, colorida y dominada por escamados machos alfa de los que AQUAMAN es el rey.