Algo tiene esta película americana que a pesar de su palma de oro en Cannes, ya casi nadie la recuerda. Ya hace 20 años la descubrí en la programación de madrugada de A3. Desde entonces su popularidad no ha hecho más que decrecer. Nació entre muchas obras maestras y no se la ha incluido ni a ella ni a Jerry Schatzberg entre la generación de moteros y toros salvajes, aunque por fecha, realización y contenido, ésta podría figurar perfectamente.
Al Pacino está magnifico, sobretodo en sus últimas escenas, Gene Hackman muy solvente y la fotografía de mi preferido Vilmos Zsigmond extraordinaria, pero entonces qué sucede para que la película le cueste tanto avanzar, pues basicamente que sus escenas están alargadas en esceso y algunas subtramas, como la ex de Al Pacino, se hacen pesadas. Es una pena que la película no alcance más el vuelo, porque tenía los ingredienes de clásico.