Tanto la miniserie como la serie posterior abordan una idea muy interesante y siempre presente en el devenir social: el ascenso de una ideología fascista al poder (representado aquí por extraterrestres) y las aceptaciones y resistencias que provoca en la población, que se concretan en episodios individuales y colectivos de cobardía, heroísmo, duda miedo, egoísmo, traición, acomodación... La historia del mundo, vamos.

La serie tiene pues un fondo muy interesante. Sin embargo, el paso del tiempo ha sacado aún más a la luz los fallos en la narrativa que da forma a la historia.

Las tramas y subtramas de la historia son simples, llenas de agujeros y con resoluciones infantiles que arruinan totalmente el planteamiento general de la serie (por ejemplo, es más fácil colarse en las naves alienígenas que en Carrefour). El problema no son los efectos especiales de serie ochentera, si no que no hay una historia bien contada detrás.

Ilusionante a los ojos de un niño de los 80, decepcionante años después.