Ahora que tenemos clasificaciones, estadísticas y rankings de todo tipo, podría hacerse uno que yo al menos no he visto nunca y que sería apasionante hacer. Se trata de elaborar las diez entrevistas o reuniones históricas más destacados y que cuyo contenido de lo que allí se habló se desconoce, pero que cuya trascendencia cambió en parte la historia del mundo.

No tengo la lista cerrada, pero puedo asegurar que uno de ellos sería el encuentro entre el papa León I y Atila a orillas del río Mincío. Qué hizo el Papa para que Atila se diese la vuelta sigue siendo un verdadero misterio. Probablemente fueron un cúmulo de circunstancias, pero en cualquier caso gran parte de lo que pudo ser Europa cambió para siempre.

Quizás ese momento -que tan bellamente nos representó el artista Rafael en su fresco del Vaticano-, sea una de las secuencias más logradas de esta “Atila: Hombre o demonio”, que tiene suficientes atractivos como para ser reivindicada, incluso mucho más que la versión norteamericana con Jack Palance de ese mismo año.

Reconozco que sus méritos no son excesivos, pero aquellos que posee son fantásticos. Dos puntos fuertes: Anthony Quinn y unos vestuarios fabulosos. Una película minusvalorada, que siempre estuvo por detrás de la versión de Douglas Sirk, pero que esta sin lugar a dudas es más regia, más europea, y sobre todo más política.

Y sí, Sophia Loren, pasaba por allí. Muy flojito su trabajo.

Una recomendación literaria sobre el tema: “La cólera de Atila” de José Luis Rodríguez del Corral.

Nota: 6,2