Pequeña gran película de nuestro inolvidable Roger Corman, que se encuentra entre las menos conocidas dentro de su capítulo de películas de terror de serie B.

El argumento vuelve de nuevo sobre un viejo tópico que interesó a Poe y a Corman –y al propio Alfred Hitchcock-: La catalepsia, y las posibles consecuencias de ser enterrado vivo. Hecho que no fue tan raro en la Antigüedad y en la Edad Media, pero que en la época de los cuentos de Poe era prácticamente imposible. Aunque es cierto que a partir del siglo XIX se produjeron bastantes casos de catalepsia, relacionados con el consumo de drogas, especialmente la cocaína, sustancia de la que Poe entendía algo.

“La obsesión” tiene suficientes elementos de enganche para todo el buen aficionado al cine de Corman–que somos muchos- y aunque la historia nos recuerda a otras (“La caída de la casa Usher”), tiene algunos elementos novedosos como la incorporación de Ray Milland como protagonista -por el habitual Vicent Price- que le da un toque distinguido y más moderno a toda la cinta y que repetiría en la mítica “El hombre con rayos X en los ojos”.

Como suele ser lo habitual, mucha de la fuerza de este tipo de películas residen en la puesta en escena, los decorados (esa cripta preparada a prueba de muertes del protagonista es sensacional) y esa magnífica fotografía obra de Floyd Crosby que fue un lujo que hiciera serie B teniendo en cuenta de donde venía (“Solo ante el peligro o “De aquí a la eternidad”).

Aún así no es una de las obras más perfectas de Corman, al no cuidar el guión en toda su parte final. No cabe duda que el desenlace es precipitado y deteriora la visión global del resto, que hasta el despertar catatónico de Milland es muy bueno.

La nota de los pocos filmaffinitimaniacos que la han visto es perfecta: 6,7.