29 de mayo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De cabo a rabo, una película para recorrer con deleite: música, mística, interpretaciones magistrales, arte. Ni qué decir que Paul Thomas Anderson apenas tenía veintisiete cuando realizo esta célebre película. Algo de su infancia, atravesada por una sociedad que vivía tantas y tan radicales transformaciones, ha quedado para la posteridad en este largometraje. Largo, sí, largo pero encantador.
Valdría la pena detenerse en cada historia y decantar personalidades y quehaceres, vicios, esperanzas y decepciones, pero todos tienen el perfil de vivir sus propias angustias y ansiedades con la fe de la realización personal.
Primero yo llegué a Magnolia, una de las mejores películas que he visto; ahora me encuentro con esta joya que es un precedente como para ir una vez más detrás de la mágica flor.
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