La frase más impactante del documental, a mi juicio, no es una declaración de las terribles penurias de las víctimas. De esas hay muchas. Y son muy duras.
Pero la que me permitió poner la cereza en el pastel que es este documental es una frase de una de las chicas abusadas por Epstein. Ella dice:
“Era el año 2016, estaba viendo en la televisión las elecciones en Estados Unidos. Los candidatos eran Donald Trump y Hillary Clinton. Epstein tenía conexiones con los dos”. Esa es la clave del documental. La que revela cómo personajes como Epstein pueden hacer lo que hacían.

En primer lugar, esos personajes tienen dinero. Están en todos los países, ciudades y pueblos. Quizá viven cerca de tu casa. O de la mía. Y empiezan a usar ese dinero para conexiones: policía, jueces, realeza, empresarios, políticos. Conexiones y dinero, en USA y en la mayoría de los países del mundo, te dan carta blanca para poder hacer casi lo que quieras. El problema es cuando dentro de ese gran abanico que es “hacer lo que uno quiere” se incluye la perversión de abusar sexualmente de menores de edad. Y la cosa se torna más retorcida si luego traficas a esas chicas para granjearte favores con otros hombres poderosos. Y todo se pone aún más espeso, si filmas esos encuentros para garantizarte impunidad.

Jeffrey Epstein - Filthy Rich no es un gran documental. Pero es impactante y valiente. Eso ya inclina la balanza a su favor. Es el típico documental en el que toda su fuerza reside en darle voz a las víctimas. La historia rescata algunos momentos muy interesantes de cómo el joven Epstein empieza a construir la inmersa fortuna que luego le permitió convertirse en la abyecta persona que fue. Pero, en un momento, se deja de escarbar en esa trama (quizá por falta de entrevistas relevantes) y se pasa totalmente del lado de las víctimas y las investigaciones. Quizá saber un poco más del pasado de Epstein redondeaba una serie más completa.

Para cerrar, es reconfortante ver en el último capítulo cómo se desenreda el nudo que Epstein supo atar. Cómo el movimiento Me Too y los nuevos vientos globales pueden hacer caer a estos personajes. No es tan reconfortante ver cómo los “conocidos” de Epstein se empiezan a desligar de él luego de su caída. Y es verdaderamente patético ver cómo un integrante de la realeza inglesa (compañero de Epstein en muchas de sus andadas) no puede dar una explicación creíble de una foto en donde se lo ve abrazado a una chica menor de edad.

Ojalá Netflix y su alcance global pueda poner a todos los personajes involucrados, que hoy se creían libres, de nuevo en el reflector. Y que tengan que responder por eso. Quizá este lanzamiento los incomode. Los ponga nerviosos. No los deje dormir. Ese sería el mayor logro que esta serie, y cualquier otro documental, puede tener.