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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Voto de Donald Rumsfeld:
7
6,2
1.793
Documental ¿Has rellenado alguna vez una encuesta online? ¿Te has planteado alguna vez por qué recibes anuncios relacionados con los productos que has buscado en Internet el día antes? El manejo de la "información" se ha convertido en el activo más importante del mercado pese a que, desgraciadamente, es controlado y empleado como arma para manejar a los usuarios y para librar toda clase de guerras políticas. Este documental trata de exponer ... [+]
1 de agosto de 2019
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Revolución Digital no era revolucionaria en absoluto; solo fue un paso más dentro del programa absolutista que ya emprendieron Bacon y Descartes en su momento. Programa cuyo objetivo confeso es el control en todas sus dimensiones y cuyas herramientas de actuación son la velocidad, la producción en masa, la automatización, la comunicación instantánea y el control a distancia.

Irónicamente, nosotros no solo mordimos el anzuelo sino que en un acto de arrogancia la enmarcamos dentro de lo que estaba destinado a ser La Sociedad de la Información. Pero de la Sociedad de la Información a la de las fake news solo había un paso.

Dijeron que Internet sería una herramienta de transmisión de conocimientos. Que nos haría más libres. Que nos ayudaría a conectarnos. Pero lo cierto es que a pesar de ese supuesta avalancha de información el 50% de los estadounidenses no sabe situar Inglaterra en el mapa, que decisiones como el voto están aún más condicionadas por factores ajenos a nuestra voluntad, y que cada vez hay más personas solas o aisladas dentro de esta burbuja virtual cuya soledad es el sustrato esencial de empresas como Facebook.

Tecnologías democratizadoras las llamaron. Como si alguna vez el sector privado hubiera estado interesado en la implantación a gran escala de una Tecnología con el fin de democratizar la sociedad.

En realidad no hay dimensión humana que permanezca inmune a esta agresiva evaporación de la realidad que algunos confunden con la economía (administración eficaz y RAZONABLE de los bienes) o el desarrollo. Y hubiera sido del todo ingenuo suponer que los procesos de regulación social podrían permanecer ajenos a esta supuesta revolución. De hecho, han sido los primeros en verse afectados.

Pensemos un poco en el caso de Brittany Kaiser. Una joven que vive en los suburbios y hace campaña por Obama pero que, cuando su familia se arruina durante el periodo de rescates gubernamentales al sector financiero, al no encontrar un trabajo mejor, ficha por Cambridge Analytica. A partir de ahí descubre lo mucho que le gusta la ropa cara, el champagne y las fiestas en la Torre Trump.

O pensemos en una joven, guapa y ambiciosa, que a falta de otra cosa, lo único que tiene para ofrecer al mercado es su cuerpo y que a partir de ahí descubre lo mucho que le gusta la ropa cara, el botx y los resorts tailandeses. En las mujeres de muchos futbolistas y empresarios. En Melania Trump. En todos esos inocentes programadores de CA, en sus equipos de psicólogos y expertos en marketing. En la redacción del New York Times. En todas las compañías de relaciones públicas. En cada anuncio y en cada noticia.

La historia siempre es la misma.

Por supuesto, para hacer mucho dinero se necesitan máquinas o esclavos. Y con frecuencia ambos.

En este sentido nuestra ignorancia y dependencia llega a tal extremo que no es que fueran incapaces de apagarla, es que ni siquiera intentaron controlarla. Han sido imbuidas con el poder de lo sagrado, del bien último, y nosotros no debemos más que acomodarnos a su incesante ritmo. Somos sus leales guardianes y sus fieles predicadores. Observad lo contenta que estaba Kaiser allí sentada, vendiendo su magia a Nigel Farage mientras hipotecaba su vida y parte del futuro de la humanidad en nombre de la última e infalible herramienta de análisis de datos. Parecía que iba a reventar de orgullo en cualquier instante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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