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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
8
Drama Luna y Amar son una joven pareja muy unida que intenta superar los obstáculos que surgen en su relación: el alcoholismo de él, la obsesión de ella por ser madre, las dificultades económicas y dos maneras distintas de entender la religión. Tras ser despedido del trabajo por su adicción a la bebida, Amar acepta un trabajo en una comunidad musulmana fundamentalista, bastante alejada de Sarajevo. Pasado cierto tiempo, Luna consigue ir a ... [+]
10 de abril de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una reflexión lúcida e inquietante sobre los mecanismos interiores de la razón y la conciencia. Y también, como consecuencia de esto, del nacimiento de las ideologías. En este caso, el nacimiento de una ideología religiosa. Película intensa, bien estructurada, de buena factura en el guión y una perfecta resolución por parte de los actores. Se nota el pulso de la bosnia Jasmila Zbanic, joven y ya galardonada directora.

Me parece muy interesante la tesis que expone: las ideologías surgen como resultado de la presión del contexto y de las propias contradicciones interiores en relación con ese contexto. Un mismo contexto –el de una guerra recién terminada, con todas las heridas todavía abiertas, por ejemplo-, no influye de la misma manera en todos los seres humanos. Influye más, de una manera más intensa y peligrosa, como si de estados carenciales se tratara, en quienes están más bajos de defensas, en este caso sicológicas o intelectuales. Nadie se puede sentir salvado del posible contagio de un virus potente, pero es mejor que el virus nos coja bien alimentados, y, si es posible, vacunados, para que su nociva influencia sea menor.

La guerra de los Balcanes fue un horror, como todas las guerras entre personas y culturas cercanas en el espacio y en el tiempo. Lo de Sarajevo, en particular, llega a extremos apocalípticos. Pero, además, fue –es- un horror reciente. Ahora vienen los verdaderos daños colaterales en quienes supuestamente la ganaron o perdieron esa guerra. Lo de la central nuclear de Fukushima ya es un horror, pero las consecuencias más graves vendrán después, cuando ya empecemos a olvidarnos de ese humo amenazador que exhalan sus maltrechos edificios. Un conflicto bélico, haya sido ganado o perdido, termina pasando facturas de todo tipo. Los victoriosos marines norteamericanos siguen sin poder dormir años más tarde de sus supuestas victorias. En el bando perdedor, el sueño no se recupera nunca. La conciencia se sentirá eternamente incómoda, deberá justificar lentamente lo injustificable, y eso probablemente es una causa perdida. En muchos casos hay que recurrir a los anestésicos para poder dormir, y a las religiones para poder seguir viviendo. El fundamentalismo que dio origen al conflicto, reaparece años más tarde, esta vez para quedarse y así perpetuar sus ciclos reproductivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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