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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Drama Suecia, 1782. Jacob, un joven noble, alocado y algo vehemente, retorna de sus estudios en Francia. Después de su ausencia, le alegra volver a su hogar, pero le hace más feliz reencontrarse con su querida hermana Charlotte. Sin embargo ésta se ha prometido al barón Alsmeden, hombre de gran influencia en la corte, lo que despierta en Jacob un sentimiento parecido a los celos... (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2008
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta, aunque basada en la obra de uno de los autores representativos del teatro isabelino, John Ford (el otro), es curiosamente una película de marcado tono, para entendernos, “sueco”. Y no sólo por su capacidad de conmoción en cuanto al aspecto sexual de sus fotogramas, característica muy de la fecha y de la nacionalidad de la cinta por otro lado; sino por sus concomitancias, superficiales si se quiere, con algunos elementos del cine de Bergman (la intensidad y crudeza dramática de su puesta en escena, las pretensiones de introspección psicológica, sus intenciones de ofrecer un drama simbólico, representativo de ideas y conceptos) e, incluso, con dramaturgos como Strindberg y la irreverencia sexual y social y los arrebatos de pura fuerza indómita y contradictoria de los personajes (puritanos, feministas, naturalistas, rebeldes, inconformistas... Heterogéneos en definitiva) de su Señorita Julia; mujer que, al igual que la protagonista de esta historia, le dan una vuelta de tuerca a las cuitas de las Noras y M. Bovarys, cargando las tintas de lo sexual y lo primitivo rompiendo convencionalismos sociales (tirarse al criado) o familiares (tirarse al hermano).

Imaginemos a un director grande, enorme, con barba rala y gafas de culo de vaso, haciendo llorar a las actrices en busca de dios sabe qué resultado artístico y buscando vaginas que retratar como si eso fuera el cénit de la modernidad y el espasmo intelectual.

Pues ése es el énfasis que se imprime a la peli, por eso digo que es muy sueca y muy de los reivindicativos y transgresores (trasnochados también) 60. Y es que dudo mucho que la obra isabelina en la que se basa llegue a estos extremos, llegue a esta desinhibida y desquiciada disección de la obsesión de los protagonistas. Pero eran suecos, eran los sesenta y llevaban barba. Supusieron que ofrecer al espectador una, trazando un paralelismo con Casa de Muñecas de Ibsen, casa de putas, era el camino idóneo para que la moderna modernidad de la que hacían gala tipos como este Vilgot Sjöman cristalizara. Lo que ocurre es que esas ansias de impacto y renovación quedan cuarenta y pico años más tarde algo gastadas, sobre todo por algunas pegas que tienen que ver con cierta liviandad en el tratamiento de la historia y personajes, que son precisamente las carencias que peor aguantan la tormenta del paso del tiempo.

Pero en fin, no hablaré más de las pegas de la peli, sino que les remito directamente a las ya señaladas por Grandine (a mí la película me gustó más que a él, pero me sirven sus observaciones) y así me ahorro el esfuerzo y el spoiler.

Que hoy también estoy yo en plan “moderno”.
Bloomsday
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