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Voto de Bloomsday:
8
7,8
56.936
Terror
Melanie, una joven rica y snob de la alta sociedad de San Francisco, conoce casualmente en una pajarería al abogado Mitch Brenner. Él, que conoce por la prensa la alocada vida de Melanie, la trata con indiferencia y se va de la tienda dejándola bastante irritada. Ella, que no está acostumbrada a que la traten así, encarga unos periquitos y se presenta en la casa de la madre de Mitch, en Bodega Bay. En cuanto llega, los pájaros, ... [+]
21 de mayo de 2014
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Bodega Bay—
La ratonera de un pueblo costero permite a Hitchcock acotar el espacio donde la “invasión” va a producirse. Un lugar pequeño, con localizaciones cotidianas (puerto, escuela) que el director ubica en el “mapa mental” del espectador.
Es destacable, por tanto, la descripción detallada de los escenarios siguiendo la máxima del cine clásico de la perfecta definición espacial de la secuencia. Llegando a retratar el incendio de la gasolinera en un plano aéreo “a vista de pájaro”
2) Images & Sound—
El pueblo, la introducción del film (con un tono frívolo que no encaja con lo que veremos después), el ínterin entre secuencias… Constituyen aspectos de un film con constantes pausas y diferimientos (larga travesía en barca, panorámica completa de la trayectoria de un coche después de un grito ahogado, distante definición de personajes, etc). La película recurre al contraste entre morosidad y violencia durante todo el metraje.
Pero no solo las imágenes recurren a ese contraste, también el sonido. El silencio se potencia al no haber música en la banda sonora (los créditos iniciales se presentan con ruidos, naturales y artificiales, de pájaros), y el montaje sonoro tiene relevancia dramática en la puesta en escena actuando como sistema de gradación del suspense.
Todo para que el efecto descriptivo y de incertidumbre de la quietud y la panorámica dé paso a la catarsis de los ataques donde el ruido –aleteos, graznidos– y el uso de un montaje de planos numerosos y cortos multipliquen la sensación de riesgo y, por qué no decirlo, disimulen alguna transparencia.
3) Crows on the playground—
La escena de la escuela es parte de la antología del cine, y en ella se aglutinan las virtudes de planificación en el uso de la imagen y la banda sonora. Al llegar Melanie (Tippi Hedren) a la escuela el silencio se potencia fijando su densidad en la canción que los niños corean en el aula. Sigue la canción, ella sale al patio y se sienta, la vemos en plano frontal y observamos el columpio a su espalda para ubicar los dos elementos (protagonista y columpio); será la única vez que compartirán plano. El montaje alterna después planos levemente escorados donde solo vemos a la protagonista (rebusca en su bolso, fuma…) y otros donde vemos el columpio con el número de cuervos aumentando siguiendo el mecanismo de suspense de bomba bajo la mesa que Hitch explicó en sus entrevistas con Truffaut (importante asunto, puesto que en esta peli la percepción del peligro por parte del espectador casi es coincidente con los personajes. Aquí, sin embargo, nosotros vamos por delante… al menos por un rato).
Cada vez que desde la vista directa del columpio volvemos a la protagonista, el montaje nos acerca un poco más a su rostro (plano medio, medio-corto, primer plano, primerísimo). Esa progresión hasta el primer término nos identifica gradualmente con la protagonista y su peligro. Hitch juega a ello también con el tempo, alargando la duración del último plano de Tippi Hedren más que el resto y privándonos de ver, en esos segundos de más, los nuevos pájaros que van llegando; es decir, hace coincidir nuestra perspectiva, hasta ahora adelantada, con la de protagonista.
Luego, ella mira hacia arriba y vemos un pájaro volando en solitario hasta posarse con el resto. Entonces comprobamos que el número de pájaros se ha multiplicado hasta llenar el columpio. La Hedren regresa al aula con un travelling de seguimiento para no robar continuidad a la sensación de peligro y avisa del riesgo. La canción cesa. El silencio absoluto se impone, con apenas las interrupciones monocordes de la voz de la maestra, con una clara finalidad: que sea el sonido a través de la fusión de los pasos de los niños y el aleteo de pájaros el que abra el paroxismo de la persecución.
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“Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de la mesa y nuestra conversación es muy anodina; no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. El público queda sorprendido, pero antes de estarlo se le ha mostrado una escena anodina, desprovista de interés. Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que un anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa de la escena. Tiene ganas de decir a los personajes que están en la pantalla: No deberías contar cosas tan banales; hay una bomba debajo de la mesa y pronto va a estallar. En el primer caso se le ha ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso le hemos ofrecido quince minutos de suspense”. 'El cine según Hitchcock'.
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La ratonera de un pueblo costero permite a Hitchcock acotar el espacio donde la “invasión” va a producirse. Un lugar pequeño, con localizaciones cotidianas (puerto, escuela) que el director ubica en el “mapa mental” del espectador.
Es destacable, por tanto, la descripción detallada de los escenarios siguiendo la máxima del cine clásico de la perfecta definición espacial de la secuencia. Llegando a retratar el incendio de la gasolinera en un plano aéreo “a vista de pájaro”
2) Images & Sound—
El pueblo, la introducción del film (con un tono frívolo que no encaja con lo que veremos después), el ínterin entre secuencias… Constituyen aspectos de un film con constantes pausas y diferimientos (larga travesía en barca, panorámica completa de la trayectoria de un coche después de un grito ahogado, distante definición de personajes, etc). La película recurre al contraste entre morosidad y violencia durante todo el metraje.
Pero no solo las imágenes recurren a ese contraste, también el sonido. El silencio se potencia al no haber música en la banda sonora (los créditos iniciales se presentan con ruidos, naturales y artificiales, de pájaros), y el montaje sonoro tiene relevancia dramática en la puesta en escena actuando como sistema de gradación del suspense.
Todo para que el efecto descriptivo y de incertidumbre de la quietud y la panorámica dé paso a la catarsis de los ataques donde el ruido –aleteos, graznidos– y el uso de un montaje de planos numerosos y cortos multipliquen la sensación de riesgo y, por qué no decirlo, disimulen alguna transparencia.
3) Crows on the playground—
La escena de la escuela es parte de la antología del cine, y en ella se aglutinan las virtudes de planificación en el uso de la imagen y la banda sonora. Al llegar Melanie (Tippi Hedren) a la escuela el silencio se potencia fijando su densidad en la canción que los niños corean en el aula. Sigue la canción, ella sale al patio y se sienta, la vemos en plano frontal y observamos el columpio a su espalda para ubicar los dos elementos (protagonista y columpio); será la única vez que compartirán plano. El montaje alterna después planos levemente escorados donde solo vemos a la protagonista (rebusca en su bolso, fuma…) y otros donde vemos el columpio con el número de cuervos aumentando siguiendo el mecanismo de suspense de bomba bajo la mesa que Hitch explicó en sus entrevistas con Truffaut (importante asunto, puesto que en esta peli la percepción del peligro por parte del espectador casi es coincidente con los personajes. Aquí, sin embargo, nosotros vamos por delante… al menos por un rato).
Cada vez que desde la vista directa del columpio volvemos a la protagonista, el montaje nos acerca un poco más a su rostro (plano medio, medio-corto, primer plano, primerísimo). Esa progresión hasta el primer término nos identifica gradualmente con la protagonista y su peligro. Hitch juega a ello también con el tempo, alargando la duración del último plano de Tippi Hedren más que el resto y privándonos de ver, en esos segundos de más, los nuevos pájaros que van llegando; es decir, hace coincidir nuestra perspectiva, hasta ahora adelantada, con la de protagonista.
Luego, ella mira hacia arriba y vemos un pájaro volando en solitario hasta posarse con el resto. Entonces comprobamos que el número de pájaros se ha multiplicado hasta llenar el columpio. La Hedren regresa al aula con un travelling de seguimiento para no robar continuidad a la sensación de peligro y avisa del riesgo. La canción cesa. El silencio absoluto se impone, con apenas las interrupciones monocordes de la voz de la maestra, con una clara finalidad: que sea el sonido a través de la fusión de los pasos de los niños y el aleteo de pájaros el que abra el paroxismo de la persecución.
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“Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de la mesa y nuestra conversación es muy anodina; no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. El público queda sorprendido, pero antes de estarlo se le ha mostrado una escena anodina, desprovista de interés. Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que un anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa de la escena. Tiene ganas de decir a los personajes que están en la pantalla: No deberías contar cosas tan banales; hay una bomba debajo de la mesa y pronto va a estallar. En el primer caso se le ha ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso le hemos ofrecido quince minutos de suspense”. 'El cine según Hitchcock'.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
4) El terror no tiene forma—
“Estoy asustada. No sé lo que hay ahí fuera“.
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La explicación la suprime el director con respecto a la novela (Daphne Du Maurier) consciente de que el terror es una metáfora y su mejor justificación es irracional. Por ello Hitchcock cierra el film de forma abierta, abrupta y silenciosa cuadrando el clima de miedo abstracto y universal a aquello que, siendo corriente, se convierte en desconocido.
El terror puede verse desde muchas perspectivas. El miedo de Tippi Hedren a enrolarse en esa casa provinciana en la que al final acabará previo trauma y lobotomización. O el pavor de Jessica Tandy al ver cómo los pájaros (dos lovebirds) llegan de la mano de la propia Melanie. Mujer sofisticada, fría, arquetipo maltratado [1] de actriz hitchockiana que trastoca el orden de una madre posesiva, una exnovia y un cineasta obsesionado como los pájaros rompen la tranquilidad de una comunidad costera.
The birds, así, forma parte de un cine –Marnie, Vértigo, Psicosis– vanguardista, con una penetración psicológica de múltiples lecturas que excedía los ribetes de aventura clásica y suspense instrumental para ser, entre otras cosas, una forma de confesión del propio autor.
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[1] https://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/22/gentes/1350932242.html
“Estoy asustada. No sé lo que hay ahí fuera“.
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La explicación la suprime el director con respecto a la novela (Daphne Du Maurier) consciente de que el terror es una metáfora y su mejor justificación es irracional. Por ello Hitchcock cierra el film de forma abierta, abrupta y silenciosa cuadrando el clima de miedo abstracto y universal a aquello que, siendo corriente, se convierte en desconocido.
El terror puede verse desde muchas perspectivas. El miedo de Tippi Hedren a enrolarse en esa casa provinciana en la que al final acabará previo trauma y lobotomización. O el pavor de Jessica Tandy al ver cómo los pájaros (dos lovebirds) llegan de la mano de la propia Melanie. Mujer sofisticada, fría, arquetipo maltratado [1] de actriz hitchockiana que trastoca el orden de una madre posesiva, una exnovia y un cineasta obsesionado como los pájaros rompen la tranquilidad de una comunidad costera.
The birds, así, forma parte de un cine –Marnie, Vértigo, Psicosis– vanguardista, con una penetración psicológica de múltiples lecturas que excedía los ribetes de aventura clásica y suspense instrumental para ser, entre otras cosas, una forma de confesión del propio autor.
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[1] https://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/22/gentes/1350932242.html