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España España · Premià de Mar
Voto de Martí:
7
Drama Abu Shadi, de 60 años, vive en Nazareth, y es padre divorciado y profesor de escuela. Su hija se va a casar y Abu tiene que vivir solo hasta que su hijo, un arquitecto que vive en Roma desde hace muchos años, llegue para ayudarlo con la preparación de la boda. Como exige la tradición palestina local, tienen que entregar la invitación a cada invitado personalmente. Mientras padre e hijo, apenas unos desconocidos, pasan unos días juntos, ... [+]
27 de abril de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ciertos rasgos del estilo de Anne Marie Jacir (especialmente en su último trabajo) que me recuerdan al estilo de Faith Akin. No hablo de aspectos estilísticos ni del tipo de guión que desarrollan ambos cineastas, sino del punto de partida activista a partir del cual plantean sus trabajos. Los dos construyen su discurso desde la disconformidad, pero anteponiendo su interés en los personajes. Es como una especie de diálogo entre lo activista y lo cinematográfico: la exposición de la denuncia nunca pasa por encima de la construcción de personajes. Y ello, de algún modo, permite hablar a los directores con propiedad, lo que, a su tiempo, da calidad a la película. Son dos departamentos (narrativa y denuncia) de cuyo cuidado resulta una hermosa retro-alimentación. En el caso concreto de Wajib (Invitaciòn de boda), Jacir se sirve del clásico recurso del re-encuentro familiar para hablarnos del igualmente clásico conflicto generacional entre padre e hijo, pero que, esta vez, tiene como telón de fondo un triste escenario de represión.

Anne Marie Jacir da calidez a sus personajes de un modo completamente distinto al que estamos acostumbrados. Trabajos como Syriana (Stephen Gaghan, 2005), Crash (Paul Haggis, 2004), Samba (Olivier Nakache, Eric Toledano, 2014) o Cometas en el cielo (Marc Forster, 2007) aproximaban el espectador occidental a la cultura musulmana mediante una especie de “occidentalización” de caracteres y personalidades, reservando los aspectos más turbios de la película a la “verdadera esencia de dicha cultura. Wajib (Invitación de boda), en cambio, plasma la humanidad de sus personajes sin re-escribir ningún aspecto de sus personalidades o estilos de vida . Ni el más mínimo detalle ha sido modificado con la intención de evitar enfados o distanciamientos, como tampoco han sido impedimento para que la directora despierte nuestra identificación. Es como si Jacir embelleciera su relato sin la necesitad de estar de acuerdo con todo lo que sucede en él, pues su amor está reservado a los personajes y no a sus costumbres o creencias.

Vaya por delante, estoy al corriente de la existencia de títulos como Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011), Sueño de invierno (Nuri Bilge Ceylan, 2014) y también de algunos más veteranos, como El globo blanco (Jafar Panahi, 1995) o El viento nos llevará (Abbas Kiarostami, 1999). Sin duda, también son películas brillantes cuya acción transcurre en un marco cultural musulmán, descrito sin prejuicios ni parches de la marca “Embellecedor Occidental”. No obstante, hablamos de productos orientados a un público más reducido, dotados de un discurso que casi prefiere lo trascendental a lo cotidiano. Wajib (Invitación de boda), sin embargo, es una humilde historia sobre el tierno reencuentro entre un padre y un hijo, de duración modesta, diálogos entrañables y personajes carismáticos. En este sentido, la película de Anne Marie Jacir se parece más a la también reciente Bar Bahar. Entre dos mundos (Maysaloun Hamoud, 2016): dos títulos de formas modestas pero contenido profundo y sincero.

Las incontables dosis de humildad que conforman esta película son directamente proporcionales a la multitud de temas que plantea. Temas que, además, son abarcables des de distintas perspectivas y puntos de vista. Tomemos por ejemplo la discusión entre Abu y su hijo Shadi. Los argumentos de uno son tan convincentes como los del otro, y si embargo, no existe forma de conciliarlos. El hijo se niega a invitar a la boda de su hermana a un espía de la policía israeliana. El padre responde que no hacerlo dificultaría su día a día en Nazareth. El hijo argumenta que su decisión de permanecer en Palestina se traduce en el acatamiento de las normas impuestas por la cultura y la sociedad. Su padre responde que, sencillamente, no tiene ningún deseo de marcharse. En este diálogo, Jacir nos habla del conflicto entre Palestina e Israel, de ciertos choques ideales en donde las diferencias cultures se mezclan con las generacionales, las diferentes lecturas que pueden hacerse de actitudes presuntamente conformistas o activistas... En definitiva, un resumen de la compleja reflexión que acompaña todos los acontecimientos de la película.
Martí
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