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Voto de East:
7
6,8
6.020
Drama
Cuenta la historia real del joven abogado Bryan Stevenson (Jordan) y de su histórica batalla por la justicia. Después de licenciarse en Harvard, Bryan recibe ofertas de trabajo muy lucrativas. Pero él prefiere poner rumbo a Alabama para defender a personas que han sido condenadas erróneamente o que carecían de recursos para tener una representación legal adecuada, y lo hace con el apoyo de la activista local Eva Ansley (Larson). Uno de ... [+]
4 de marzo de 2020
41 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se equivocan de persona, afirma el personaje interpretado por Jamie Foxx cuando es injustamente detenido. A lo que el policía le replica: "se exactamente qué clase de persona eres". Soy inocente afirma otro condenado, recibiendo por toda contestación: "es igual, si no eres tú, el culpable será otro negro igual que tú". Y la respuesta con la que lidia un tercer procesado es igual de rotunda: "sólo con mirarte tengo la certeza de que eres culpable".
El sistema judicial acaba refrendando esas espontáneas y profundas convicciones policiales porque el racismo trasciende la balanza de la justicia, su principio de que todos son iguales ante la ley. Los despoja (en este caso a los negros o afroamericanos) de su consustancial condición de personas dejándolos sin derechos y situándolos al margen del sistema judicial. A los negros se les aplica otra principio de igualdad muy distinto (no todos los principios de igualdad son iguales), letal para ellos: todos los negros son iguales, distintos e inferiores a los blancos. Así opera el racismo, distorsionando una realidad desde su raíz más profunda. Se les condena por ser negros y la única manera de la que pueden salir airosos es demostrar que son blancos, algo del todo imposible.
Sobre reflexiones parecidas se extiende este contenido y comedido alegato judicial contra el racismo y, en menor medida, también contra la pena de muerte, más centrado en la repercusión a todos los niveles de quienes lo padecen que en los racistas. Estos últimos, por más que se demuestre su absoluta falta de moralidad, su corrupción retorciendo y utilizando a su antojo el sistema judicial para condenar a personas que saben inocentes, apenas son juzgados, su culpabilidad siempre aparece difuminada.
Tiene un punto en común, quizá no suficientemente tratado (spoilers), y más de una referencia a la icónica y excepcional "Matar a un ruiseñor" (Robert Mulligan,1962), ya que se desarrolla en el mismo lugar, en Alabama, aunque unos 50-60 años después, con lo que se pone de manifiesto la gran resistencia del racismo a desaparecer.
Es notable en todos los sentidos, manteniendo el interés y describiendo ordenada y desapasionadamente los hechos en los que se inspira, sin exceso de sentimentalismo, con una excepción, que lejos de perjudicarle le beneficia. Eso sí, es previsible y algo monótona, le falta chispa, especialmente en la construcción de su pareja protagonista, unos abogados presentados con demasiada sobriedad, sin matices cinematográficamente hablando, aunque los siempre excelentes Michael B.Jordan y Brie Larson lo compensen con su particular carisma, Lo que contrasta con los papeles secundarios, algunos de lo más minimalista, mejor construidos y excelentemente interpretados, lo que constituye un gran acierto del director y de los responsables del casting.
El sistema judicial acaba refrendando esas espontáneas y profundas convicciones policiales porque el racismo trasciende la balanza de la justicia, su principio de que todos son iguales ante la ley. Los despoja (en este caso a los negros o afroamericanos) de su consustancial condición de personas dejándolos sin derechos y situándolos al margen del sistema judicial. A los negros se les aplica otra principio de igualdad muy distinto (no todos los principios de igualdad son iguales), letal para ellos: todos los negros son iguales, distintos e inferiores a los blancos. Así opera el racismo, distorsionando una realidad desde su raíz más profunda. Se les condena por ser negros y la única manera de la que pueden salir airosos es demostrar que son blancos, algo del todo imposible.
Sobre reflexiones parecidas se extiende este contenido y comedido alegato judicial contra el racismo y, en menor medida, también contra la pena de muerte, más centrado en la repercusión a todos los niveles de quienes lo padecen que en los racistas. Estos últimos, por más que se demuestre su absoluta falta de moralidad, su corrupción retorciendo y utilizando a su antojo el sistema judicial para condenar a personas que saben inocentes, apenas son juzgados, su culpabilidad siempre aparece difuminada.
Tiene un punto en común, quizá no suficientemente tratado (spoilers), y más de una referencia a la icónica y excepcional "Matar a un ruiseñor" (Robert Mulligan,1962), ya que se desarrolla en el mismo lugar, en Alabama, aunque unos 50-60 años después, con lo que se pone de manifiesto la gran resistencia del racismo a desaparecer.
Es notable en todos los sentidos, manteniendo el interés y describiendo ordenada y desapasionadamente los hechos en los que se inspira, sin exceso de sentimentalismo, con una excepción, que lejos de perjudicarle le beneficia. Eso sí, es previsible y algo monótona, le falta chispa, especialmente en la construcción de su pareja protagonista, unos abogados presentados con demasiada sobriedad, sin matices cinematográficamente hablando, aunque los siempre excelentes Michael B.Jordan y Brie Larson lo compensen con su particular carisma, Lo que contrasta con los papeles secundarios, algunos de lo más minimalista, mejor construidos y excelentemente interpretados, lo que constituye un gran acierto del director y de los responsables del casting.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Comparte con " Matar a un Ruiseñor" un aspecto concreto, el componente sexual como detonante de la injusticia. Aquí tratan de inculpar por todos los medios al personaje interpretado por Jaime Foxx porque había mantenido relaciones sexuales con una mujer blanca, algo que el racismo no puede tolerar de ninguna manera, por lo que acaban falseando todas las pruebas para inculparlo. Esa conducta atenta contra su primer y fundamental postulado, la radical distinción racial de unos frente a otros, y constituye una prueba viviente de que no existe tal antagonismo racial, que incluso se atraen.
También creo que no trata con suficiente detalle el hecho de que la absolución final del protagonista se produzca después de que su caso saliera en los medios. Los medios de comunicación le volvieron a otorgar al acusado la condición de persona, incluso de persona relevante (no todos los blancos salen en los medios), alguien al que el sistema judicial ya no puede expulsar con tanta facilidad, como si no existiera. Precisamente por eso muchos abogados acaban recurriendo a los medios como agua de mayo, como una inestimable ayuda en su defensa, porque les otorga a sus defendidos una visibilidad y una notoriedad extra, porque les confiere humanidad, lo que dificulta la acción punitiva de los jueces.
También creo que no trata con suficiente detalle el hecho de que la absolución final del protagonista se produzca después de que su caso saliera en los medios. Los medios de comunicación le volvieron a otorgar al acusado la condición de persona, incluso de persona relevante (no todos los blancos salen en los medios), alguien al que el sistema judicial ya no puede expulsar con tanta facilidad, como si no existiera. Precisamente por eso muchos abogados acaban recurriendo a los medios como agua de mayo, como una inestimable ayuda en su defensa, porque les otorga a sus defendidos una visibilidad y una notoriedad extra, porque les confiere humanidad, lo que dificulta la acción punitiva de los jueces.