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Voto de Esteban:
4
24 de junio de 2006
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como yo no he tenido el gustazo (o la desgracia, vete tú a saber) de haber visto la película original de Wes Craven en la que se basa este remake, voy a pasar de hacer comparaciones entre ambas. Pero eso no significa que no pueda hablar de otras películas a la vez que comento ésta porque, a grandes (y pequeños) rasgos, la mayoría de los filmes del (por lo común denostado) género slasher se parecen tanto como dos gotas de agua. Por supuesto la película de Ajá no es una excepción.
LAS COLINAS TIENEN OJOS pasa prácticamente por todos los tópicos del género. Haciendo memoria creo que no se deja ni uno sólo en el tintero. Los que hayan visto películas como LA MATANZA DE TEXAS, KM 666 (primer remake inconfeso de la película de Craven) o LA CASA DE CERA, sabrán más o menos por dónde pueden ir los tiros: tenemos una familia republicana cruzando el desierto de Nuevo México en una flamante caravana hasta que ¡oh, sorpresa! se ven obligados a detenerse tras un inoportuno pinchazo. A partir de ahí quedarán a merced de otra familia (o lo que quiera que sea eso) de caníbales deformes con una asombrosa resistencia a los hachazos, golpes, apuñalamientos, disparos y explosiones que, paulatinamente, irán dando cuenta de ellos. Como suele ser habitual resulta bastante fácil adivinar quién va a sobrevivir y quién no. Además la “importancia” de los personajes varía de un momento a otro, de modo que casi todos, viendo que la acción recae básicamente sobre dos de ellos, están poco menos que troquelados. Los roles también navegan por el cauce de lo tópico y facilón. El padre machote, la madre piadosa, la hija responsable, la sexualmente agresiva, el hijo pequeño pero espabilado y el cuñado simplón que no encaja en la familia.
LAS COLINAS TIENEN OJOS pasa prácticamente por todos los tópicos del género. Haciendo memoria creo que no se deja ni uno sólo en el tintero. Los que hayan visto películas como LA MATANZA DE TEXAS, KM 666 (primer remake inconfeso de la película de Craven) o LA CASA DE CERA, sabrán más o menos por dónde pueden ir los tiros: tenemos una familia republicana cruzando el desierto de Nuevo México en una flamante caravana hasta que ¡oh, sorpresa! se ven obligados a detenerse tras un inoportuno pinchazo. A partir de ahí quedarán a merced de otra familia (o lo que quiera que sea eso) de caníbales deformes con una asombrosa resistencia a los hachazos, golpes, apuñalamientos, disparos y explosiones que, paulatinamente, irán dando cuenta de ellos. Como suele ser habitual resulta bastante fácil adivinar quién va a sobrevivir y quién no. Además la “importancia” de los personajes varía de un momento a otro, de modo que casi todos, viendo que la acción recae básicamente sobre dos de ellos, están poco menos que troquelados. Los roles también navegan por el cauce de lo tópico y facilón. El padre machote, la madre piadosa, la hija responsable, la sexualmente agresiva, el hijo pequeño pero espabilado y el cuñado simplón que no encaja en la familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero ¿es la falta de originalidad un problema a la hora de disfrutar y evaluar positivamente una película? En absoluto. Ahí tenemos el ejemplo de la modélica WOLF CREEK que, partiendo de premisas similares y guardándose sólo un par de sorpresas en la recámara, es capaz de darle una vuelta de tuerca al género y presentar un producto realmente perturbador. Desafortunadamente esta película dista mucho de llegar a los niveles de desasosiego y terror de la cinta australiana, principalmente porque comete un error que ya la fallida HOSTEL se encargó de subrayar con rotulador fosforescente: es imposible que el espectador sienta la más mínima sensación de horror cuando, tras un par de secuencias más violentas (y asquerosas) que terroríficas, el guión convierte al protagonista de la película, un auténtico cero a la izquierda hasta ese momento, en el alumno aventajado de Terminator. A partir de ahí los roles más primarios del filme (es decir, unos cazan y otros son cazados) se invierten y los malos de la historia, por mucha mala hostia que tengan (que la tienen, doy fe de ello), son aniquilados uno a uno (o de dos en dos, eso da igual) por las ansias de venganza de un protagonista prácticamente indestructible. Convertir a la víctima potencial de la historia en una especie de vengador justiciero que se pone el mundo por montera es una verdadera chapuza digna de cualquier cutrez protagonizada por Chuck Norris o Steven Segal.
Además, y que me perdonen los fans acérrimos del director galo, que muchos saludan ya como una de las estrellitas más rutilantes del cine de terror actual, Alexandre Ajá no consigue en ningún momento crear esa sensación de claustrofobia y angustia que la historia, los escenarios y el diseño de producción parecían augurarnos. De hecho muchas escenas están bastante mal resueltas, en ocasiones rozando el ridículo más espantoso (el primer ataque a la caravana es francamente estúpido). Para redondear la faena, y como buen realizador gabacho, Ajá no se puede resistir a la hora de introducir algún que otro sello “personal”, esto es, movimientos de cámara muy modernos, efectos de sonido machacones e imágenes videocliperas, para darle a todo un barniz que se aleje de lo meramente industrial.
En fín, película simplemente entretenida, que ya es algo, tópica y manida hasta la arcada, y bastante descompensada en todos los aspectos de su producción (guión, dirección, interpretación, puesta en escena, fotografía, etc). Tal y como están hoy en día las audiencias vaticino que la película conseguirá asustar a niños pequeños de entre 0 y 6 años. El resto del público se echará unas risas entre palomita y palomita.
Además, y que me perdonen los fans acérrimos del director galo, que muchos saludan ya como una de las estrellitas más rutilantes del cine de terror actual, Alexandre Ajá no consigue en ningún momento crear esa sensación de claustrofobia y angustia que la historia, los escenarios y el diseño de producción parecían augurarnos. De hecho muchas escenas están bastante mal resueltas, en ocasiones rozando el ridículo más espantoso (el primer ataque a la caravana es francamente estúpido). Para redondear la faena, y como buen realizador gabacho, Ajá no se puede resistir a la hora de introducir algún que otro sello “personal”, esto es, movimientos de cámara muy modernos, efectos de sonido machacones e imágenes videocliperas, para darle a todo un barniz que se aleje de lo meramente industrial.
En fín, película simplemente entretenida, que ya es algo, tópica y manida hasta la arcada, y bastante descompensada en todos los aspectos de su producción (guión, dirección, interpretación, puesta en escena, fotografía, etc). Tal y como están hoy en día las audiencias vaticino que la película conseguirá asustar a niños pequeños de entre 0 y 6 años. El resto del público se echará unas risas entre palomita y palomita.