Una de las principales características del cine de los 80, venerado hoy como una especie de década prodigiosa, era lo salvajes que resultaban muchas de sus propuestas cinematográficas, inmersas en un deseado ambiente de máxima libertad creativa, de entre las que 'Depredador' (1987), del mítico e incombustible John McTiernan, se mostraba como una curiosa pieza de artesanía, de guión casi inexistente, pero de indudable talento para transmitir entusiasmo desde su contundencia expositiva.

La calificación X de entonces, es la R de hoy, una señal que todo nostálgico de aquella mencionada década prodigiosa, debería seguir como pista evidente, si desea recuperar ese estallido colérico de risa nerviosa, que provocan las escenas subidas de tono, y que indudablemente, harán muy felices a todos aquellos que como un servidor, disfrutan del banquete furioso y sangriento que a veces consigue colarse, casi como un extraño articulo de fantasía, dentro del encorsetado y predecible panorama comercial.

Con las ideas bastante claras, el norteamericano Shane Black, otrora excelente guionista de finales de aquellos 80 y principios de los 90, recoge el testigo como realizador, para aplicar su particular chispa a la franquicia, redirigiendo a Depredador a una vía irónica, que roza incluso la parodia, apoyada en unos diálogos con mucho humor, marca de la casa, destinado principalmente, al discurso de unos personajes sobre los que intenta no muestren el habitual encefalograma plano, tan habitual en en el género de acción.

En ese punto, el experimento resulta hasta loable, Black recupera el decálogo casi perdido de lo brutal, pero se excede al medir las cantidades, dejando que el amplio espectro de la diversión, domine una escena que acaba por difuminar los momentos más extremos del film, esos que indudablemente, deberían haber tenido el protagonismo absoluto, si se atiende al origen de tan reconocible icono extraterrestre de la Cultura Pop.

Para terminar, y como aspecto positivo, Depredador sigue vivo, y con bastante mejor salud que su Versus, ese Alien que tras caer en manos del ínclito Ridley Scott, ha mutado a triste calamar sin gancho, puede que no estemos ante un título memorable, de hecho, la única secuela medianamente decente es 'Depredadores', estrenada en 2010, pero al menos, y como mero entretenimiento de desconexión cerebral, resulta suficientemente entretenida.



<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>