Un spaghetti western algo desangelado y con momentos sobrantes dentro de un estilo narrativo irregular. Relativamente llega a entusiasmar al espectador y hay que reconocer que está realizado con bastante elegancia lo que se refleja en el buen uso de los recursos cinematográficos. Los fondos musicales juegan un importante papel mientras que la interpretación en general resulta bastante discreta salvo en el caso de María Mahor que saca adelante de manera convincente su papel y que tiene uno de los diálogos más interesantes de la obra cuándo su personaje dice algo así como que sólo a través de la muerte encontrará el verdadero descanso. El paisaje está bien valorado con un hábil aprovechamiento de los exteriores. A pesar de sus defectos que por otro lado no son muchos no es de los peores westerns que se realizaron a principios de los 70 en coproducción hispano-italiana, sino que por el contrario merecería sin tenerla de momento la reputación de mini-clásico del western europeo pues sus altibajos se pierden en un conjunto bastante aceptable.