Se ha dicho algunas veces que del odio al amor hay un solo paso y eso es lo que vemos en esta película en la que un hombre y una mujer empiezan siendo enemigos y acaban enamorados. El planteamiento argumental era modesto pero apto también para plasmar una obra que pudiera provocar una sensación agradable en el espectador. En manos de otro cineasta que no fuese Lazaga el film habria tenido menos intensidad porque este gran cineasta potencia las virtudes del guión mediante una puesta en escena maravillosa que valora cada detalle para que la obra resulte estimulante tanto en el aspecto técnico como en el aspecto sentimental que está muy bien llevado también. Lazaga consigue que al espectador le parezca bonito que del odio se pase al amor y entre eso y sus inquietudes en el lenguaje visual consigue que la experiencia de ver la película sea verdaderamente especial. Con este autor casi siempre pasaba lo mismo y es que engrandecía los proyectos cuando caian en sus manos. Al resultado positivo contribuye la primorosa banda sonora que juega un importante papel porque hay frecuentes intermedios con musica de fondo para reflejar mejor el sentido de cada situación. Hay que destacar también la refinada belleza de Vicky Michelle, la elegancia de Javier Escrivá y el extraordinario temperamento dramático de Julia Gutiérrez Caba sin olvidar a Pedro Mari Sánchez ni a Elvira Quintillá. Es una obra que no puede dejar indiferente.