La primera mitad es verdaderamente deliciosa pero transcurrido ese tiempo decae cada vez más y en algunos momentos hasta resulta un tanto absurda en su desarrollo. Es una película ingenua en general pero en algunos momentos cae en una cierta malicia por ejemplo cuando en un diálogo entre mujeres se dice que cuando el marido hace una escapada del hogar se le llama campechano y al preguntar una de las chicas si a la mujer también se la llama campechana en esa situación le contestan que entonces sobran sílabas. Claramente se entiende a lo que se refiere al decir que sobran sílabas. El encanto de las actrices elegidas para el proyecto y un estilo de gracia muy tonto como consecuencia del rebuscamiento del guión con coletillas ramplonas en los diálogos hacen que de todas maneras la cinta agrade relativamente aunque no consiga mantener firmemente el interés. El esquema argumental no difiere demasiado de lo habitual en las comedias rosas españolas de la época aunque aquí se intenta hacer una crítica social de reducido alcance y que no llega a más dadas las pocas pretensiones que tiene el texto y como se desvia por caminos conocidos por todos aquellos que conozcan el cine español de esta época. Asumiendo sus defectos en "Escuela de seductoras" encontramos miradas hipnotizantes y una simpatía que la comedia española de hoy no puede ofrecer. Por eso a este tipo de comedias las ha mejorado el paso del tiempo. "Escuela de seductoras" tiene hoy más interés del que pudo tener en el momento de su estreno.