Una película que tuvo una acogida desigual en su época puesto que hubo críticos que sintieron admiración por ella mientras que otros críticos la despreciaron abiertamente. A nivel de público en los primeros pases pasó bastante desapercibida pero el paso del tiempo la ha mejorado y actualmente se puede ver como una comedia muy curiosa que en determinados momentos tiene reminiscencias del neorrealismo italiano y un tipo de humor absurdo pero eficaz porque lo difícil precisamente es conseguir un producto divertido partiendo de un tipo de humor complicado de abordar. Lo que destaca sobre todo es la galería de personajes que están interpretados con una gracia especial por todos los componentes de un reparto estupendo en el que encontramos a Concha Velasco en uno de sus papeles más encantadores y a un inolvidable Manolo Gómez Bur. La película tiene momentos muy ingeniosos y la acusada gracia en los gestos que se nota en los intérpretes hace el resto para conseguir un producto sin complicaciones argumentales que puede agradar al espectador y que tiene también una interesante e indefinida personalidad estética que le da un toque especial. Un film simpático y con algunas peculiaridades que merecen atención. La música de Antón García Abril tiene un tono risueño.