Buena muestra de la versatilidad de los artífices de la película, Pedro Lazaga y José Luis Dibildos. Lazaga ofrece aquí una película de estética tenebrosa, sin nada que ver con los tonos dinámicos y coloristas que luego caracterizaron sus simpáticas comedias de los años 60. Y Dibildos como productor y guionista ofrece algo totalmente opuesto a lo que ofrecio después, como los productos risueños y coloristas que eran la comedia "Luna de verano" o las interesantes coproducciones "Madame Sans-Gêne" y "El tulipán negro". Y es por ello que la película resulta insólita. Girando todo en torno a una catástrofe aérea se consiguen momentos de gran fuerza dramática y con unos adecuados fondos musicales del gran maestro Antón García Abril. La película avanza con el ritmo adecuado y el espectador se contagia del clima de angustia y tensión que sus imágenes sugieren. En los papeles secundarios hallamos a Arturo Fernández, Antonio Ozores y José Rubio y todos ellos en papeles insólitos. También hay que destacar la breve aparición de Fernando Cebrián, entonces iniciándose en el cine al igual que los otros tres actores mentados. Se trata de una película bastante especial.