Lujosa producción de Benito Perojo y Cesáreo González caracterizada por el lujo de los decorados que aunque tenga algunos baches narrativos y una discreta elección de temas musicales aprovecha más o menos la personalidad de la actriz protagonista que posteriormente fue todo un personaje dentro de la vida pública española. Aqui no era ella la productora como en films suyos anteriores. Benito Perojo ya habia abordado este tema en Argentina y se quiso hacer una nueva versión con bastante entusiasmo. Esto se refleja en la convincente ambientación y en el glamour que ofrece la recreación de tiempos pasados. El mejor punto de apoyo para seguir este aceptable film son los componentes del reparto. Isabel Garcés que era habitual en la filmografía española del argentino Amadori resulta simpática y agrada en el papel. Carlos Estrada tiene un personaje no muy adecuado a sus facultades artísticas pero revela su habitual eficacia otra vez y otro gran actor como Rafael Alonso tiene un papel destacado. Manuel Gil que es uno de los galanes más refinados del cine español de los años 60 se muestra elegante. Amadori era un experto en películas finas y en esta ocasión consiguió una película simpática que a pesar de sus limitaciones no estorba ya que por lo menos tiene un sentido del decoro ya perdido en el cine nacional que ayuda a sobrellevar los defectos que ofrece y a convertirla en un espectáculo que agrada.