Un western que más o menos está a tono con la medianía artística que presenta la filmografía de Juan Bosch. Aunque no destaque excesivamente dentro de su género es una obra curiosa porque la falta de personal de relleno para las escenas que requerían más gente con objeto de hacer más convincente la ambientación y para que no se notase tanto la carencia de medios hacen que el pueblo donde transcurre la acción produzca en el espectador una cierta sensación de soledad. Y esto da lugar a que se cree una atmósfera extraña que resulta sugestiva para la película. Y este poder de sugestión está reforzado por otro poder de sugestión, el que tenía el malogrado Peter Lee Lawrence que no está aquí tan desaprovechado como en muchas de sus otras películas. El último valor que ofrece la película es que no está exenta de una cierta belleza visual. Roberto Camardiel era un actor versátil y Frank Braña y Luis Induni cumplen interpretando a unos personajes estereotipados. Aunque después de un buen comienzo va perdiendo brillantez progresivamente representa un western insólito con un atractivo extraño.