Con un argumento muy simple, actuaciones apenas discretas y varios clichés hollywoodenses se construyó esta película que no pasará a la historia como un ejemplo memorable del cine negro. Un asesinato doble en un pueblo y un detective del ferrocarril encargado de atrapar al asesino a través de acciones y deducciones muy simplonas.
A eso sumemos un fallido intento de agregar dosis de humor con un personaje poco gracioso y no mucho más. Sin embargo, más allá de sus pocas virtudes, no es un film de los muy aburridos (seguramente ayuda que dure apenas poco más de una hora), pero sí uno de aquellos que quedarían al final de la lista del cine negro de mediados del siglo XX.