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Voto de Kaiserdom:
8
Drama Un muchacho de barrio se separa de su esposa y empieza a compartir el departamento con un amigo de su primo, homosexual declarado. Entre ambos surge una relación afectiva. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roberto (Carlos Calvo) busca piso. Se ha separado de su mujer (Ana María Picchio), con la que tuvo un hijo, y vive en un hotel que no puede costear. Es así que le presentan a Marcelo (Víctor Laplace), un muchacho fino en sus maneras y en sus inquietudes, que quiere compartir su apartamento para dividir gastos. La complicidad heterosexual que espera Roberto en su convivencia pronto se enrarece y nota que algo no cuadra con Marcelo. Claro: Marcelo es gay. Casi todos lo sabían, menos él. Lo que para otro hubiera sido un obstáculo y un adiós (no sin hostilidad), para Roberto es un atractivo, oculto y desconocido hasta entonces. Comienza, de forma natural, una relación sentimental entre ambos. ¿Qué le pasa a Roberto? Por un lado es feliz, pero por otro lo asolan los fantasmas: el de su padre muerto y conservador, el del cura, los amigos, la primera novia y hasta el de la prostituta del pueblo que inició a toda la barriada. Esta lucha interna, que no siempre es onírica, lo persigue y lo atormenta. ¿Qué hacer?

En los años 80 la Argentina salía de un régimen extremadamente represor (el denominado Proceso de Reorganización Nacional) y la sociedad al fin podía horrorizarse con libertad de lo que había padecido (recordemos que ese mismo año se estrenaba la oscarizada "La Historia Oficial"). También pudo [empezar a] hablar de temas antes vedados, como la homosexualidad.

Es innegable que existen defectos de forma (excluidas las actuaciones, casi todas ellas de verdad magistrales —en particular las del núcleo dramático Calvo-Laplace-Picchio). Enrique Dawi fue célebre por dirigir comedias de medio pelo y tal prontuario se entreve en episodios con giros desubicados pretendidamente simpáticos. La música, por su parte, envuelta con los típicos sintetizadores pop de la época, tampoco ayuda demasiado.

Pero aunque "Adiós, Roberto" no sea una aproximación profunda, ni siquiera adulta, a una sociología de la sexualidad, al menos existe y es bueno que así sea; entre otras cosas, porque dentro de la filmografía latinoamericana en general, constituye verdaderamente una rareza.
Kaiserdom
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