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Voto de Víctor Taranilla:
8
Drama Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario encargado de mantenimiento de edificios de Boston que se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal tras enterarse de que su hermano Joe ha fallecido. Allí se encuentra con su sobrino de 16 años, del que tendrá que hacerse cargo. De pronto, Lee se verá obligado a enfrentarse a un pasado trágico que le llevó a separarse de su esposa Randi (Michelle Williams) y de la comunidad en la que nació y creció. (FILMAFFINITY) [+]
9 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Errores y pérdidas. ¿Cómo afrontarlos? ¿El perdón de otros sirve de algo si somos incapaces de concedernos el propio? ¿Cuánto puede llegar a pesar la vida para quien no se permite la más mínima posibilidad de redención? Pueden parecer temas efectistas para una película: asegurar el drama en busca de las lágrimas, rostros desgarradores con los que empatizar… Pero con Lonergan no se trata de eso.

Casey Affleck, en el que posiblemente sea el papel de su carrera, se enfrentará a todos esos interrogantes en la piel de Lee Chandler, un hombre solitario que debe volver a su pueblo natal tras la muerte de su hermano para hacerse cargo de su sobrino. Con su vuelta, reviviremos el trágico pasado que le impide seguir adelante y veremos cómo afronta el desafío que supone para él cuidar del joven.

Juntos, Lonergan y Affleck nos introducen, poco a poco, en la vida de duelo y confrontación de un hombre incapaz de estar a la altura de sus circunstancias, en una historia llena, curiosamente, de momentos de huída hacia adelante tan disparatados que resultan cómicos y, al mismo tiempo, demoledores. 'Manchester frente al mar' es algo mucho más perspicaz y relevante que un simple drama.

El guionista y director nos cuenta esta historia de una forma que nunca habría cabido esperar de un estadounidense. Y es que el relato se hace grande en sus pequeñeces. Lo trascendental del trasfondo, se aprecia en los detalles, en el pulidísimo aunque contenido vínculo entre los personajes, en su osada forma de mostrar el dolor y en los rostros a veces inescrutables pero siempre intensos de sus protagonistas. Y todo ello, guardando las distancias del espectador, sin abrumar, sin vocación de humedecer las retinas.

La película mantiene una tibieza constante, en su grandilocuencia nada pomposa, en su drama nada chantajista. He ahí su grandeza. He ahí su triunfo desolador.
Víctor Taranilla
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