Todo empieza con el manido recurso de mostrarnos una familia que añora a un miembro importante y cuyo miembro mayor, el padre, tratará de reemplazarlo uniéndose a otra familia en similar circunstancia. La protagonista, la hija, es una niña que sufrirá la adaptación e intentará ponerle remedio utilizando un poder del que no era consciente: puede entrar en el mundo de los sueños, incluso manipularlos.

La trama se enriquece por la coherencia y la lógica del mundo de sueños que nos presenta. También por la existencia de interacciones interesantes con el posterior comportamiento consciente de los soñadores. Sin embargo, tiene algunas deficiencias en la construcción de los personajes, no tiene un dibujo fino, con mejor técnica, faltan matices que enriquezcan la narración y la hagan llevadera a lo largo de toda su duración.

Antes, la tendencia de Pixar a tocar temas trascendentales, nos mostró su interpretación del mundo de las emociones en Inside Out, del asunto existencialista en Soul y del mundo de los muertos según creencias mexicanas en Coco, pero en cuanto a los sueños, se le adelantaron, para bien y para mal.

Buenas ideas y buena historia, aunque convencional; regular ejecución.