Sin duda Anna Melikyan logra impresionar por su trabajo en esta película, demuestra su habilidad con la cámara para enfocar lugares, cosas y expresiones de los personajes, sin olvidar la importancia que tienen cada uno de estos elementos dentro del film. Es por ello que su trabajo visual destaca por mantener, responsablemente, el hilo narrativo de la historia.

Vale destacar en el film, la visión por parte de Melikyan, acerca de la proliferación de publicidad en la ciudad de Moscú, tomando en cuenta que en el pasado, no muy lejano, el sistema de gobierno ruso fue enemigo público de estas estrategias aplicadas al consumo. Por tanto, el film nos muestra una ciudad actual y moderna, pero al mismo tiempo, caótica e indefinida. La gente sólo espera la más minima excusa para actuar con violencia contra las nuevas prácticas de un sistema privatizador, capaz de vender propiedades en la luna.

Rusalka, personaje principal de la película, tratará de cumplir sus sueños, luchará por pertenecer al mundo actual, es decir, al mundo “normal”. Pero pronto se sabrá que ella, nunca perteneció a él. Irónicamente su imagen será aprovechado por la indetenible publicidad de la ciudad de Moscú, sin saberlo, Rusalka orientará a otras como ella, sobre, de cual deberá ser su lugar.