Haz click aquí para copiar la URL
Colombia Colombia · Bucaramanga
Voto de Andres Botero:
8
Drama Una parábola provocadora e inquietante acerca de un dictador presidente depuesto por la revolución. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “El Presidente” (“The President”, Georgia, 2014), dirigida por el reconocido director iraní Mohsen Makhmalbaf [1957- ], perteneciente a la “nueva ola” del cine de su país, todo un personaje político que deja aquí plasmada la huella de sus pensamientos. Ahora bien, estamos ante una película del género drama, pero más específicamente de cine-político. (Spoiler 1). El filme es, estéticamente hablando, tremendo. Las actuaciones son muy realistas. Me impresiona, sobre todo, la del nieto del dictador. La fotografía merece aplausos. En fin, una obra bien hecha. No en vano ha obtenido buenos reconocimientos como el “Hugo de Oro” del Festival de Chicago en la categoría de “mejor película”. Ya desde el contenido, la película, como ya lo había señalado, es un documento de denuncia política, la cual, para su análisis, dividiré en tres partes. La primera es cuando se exhiben los desmanes del presidente, lo cual está muy cercano (no me extrañaría que hubiese servido de fuente) a aquella serie de novelas del género de las repúblicas bananeras, que exponían las atrocidades, a la vez que las miserias, de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos, siendo el mejor ejemplo de dicho género literario “La fiesta del chivo” (2000) de Vargas Llosa. Esta parte deja en claro el gran problema que implica la acumulación del poder en el ejecutivo, el cual, si se asume como mesías o redentor, terminará por confundir (i) lo público con lo privado (el poder y sus privilegios pasan a ser asuntos familiares), (ii) el presidencialismo con la monarquía y (iii) la política democrática con la teología dictatorial. La segunda parte tiene que ver con la caída. Cuando el presidente huye, el espectador ve dos líneas que pudo haber seguido el guion. La primera es la empatía: que el dictador cae en cuenta de su maldad al ser testigo directo de las secuelas de su terrible poder, al poder ponerse en los zapatos de sus víctimas, de manera tal que logra así la redención; la segunda es que el dictador logra hacerse pasar por un peluquero y éste a su vez es obligado a vestirse como el dictador [línea narrativa que está presente en el The Great Dictator (1940) y The Dictador (2012)]. Pero ninguna de estas dos líneas sucede. El dictador atraviesa un país desolado, a veces parece ser tocado por lo que ve, otras parece que sigue siendo el mismo de antes. Justo aquí viene la tercera parte: el atrapado. El dictador es, finalmente, detenido (Spoiler 2). En ese momento, toma la palabra un prisionero político recientemente liberado, el cual le recuerda al grupo-verdugo el ideal de la democracia. Les recuerda que la democracia no puede comportarse como la dictadura, todo lo cual me recuerda el diálogo “El Critón” de Platón: ¿vale la pena ser injusto como reacción a una injusticia previa? ¿Es justo pagar con una injusticia ante otra injusticia? Entonces, propone una condena (Spoiler 3). Pero la película no nos muestra el final. Pero sea cual fuese, ya alguien había defendido el honor de la virtud política. Por todo lo anterior, considero que estamos ante una obra tanto estética como política que vale la pena ver y analizar. 2017-07-31.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow