Las películas fantásticas y de terror que tienen la suerte de contar con un emplazamiento tan poderoso como es una mansión gigantesca, vieja y oscura, repleta de rincones espeluznantes, crepitosas escaleras y sangrientos secretos, tienen una enorme ventaja de salida, ya que la casa en sí misma es un personaje fascinante y un lugar muy rico para explorar y explotar, una poderosa arma en las manos adecuadas.
La parte negativa es, precisamente, cuando está en las manos equivocadas. Cuando el guión no logra sacar todo el potencial ya no solo de una historia fascinante ( no hay más que ver lo que ha hecho Mike Flanagan ) sino de la propia mansión encantada; tampoco el realizador es capaz de generar toda la tensión y el horror que promete lo que rodea a ésta barata y triste función.
Porque, por desgracia, ya desde el comienzo de la película nos alertan que si teníamos alguna esperanza de presenciar una relectura gótica de la elegancia de, por ejemplo, las joyas que salieron de la Hammer Films en los años 50 y 60.
No señor, la presentación del excéntrico personaje que interpreta Geoffrey Rush, una suerte de Vincent Price de mercadillo, en un ruidoso y juguetón parque de atracciones, marca el tono y el ritmo de toda la trama.
A partir de ese momento, ya reunidos los personajes en la mansión, asistimos a dos relatos, cada uno más torpe y decepcionante que el anterior, si esto es posible.
Por un lado, los huéspedes, matrimonio que tiene una suerte de rivalidad ridícula que no lleva a ninguna parte, pese a que Famke Janssen interpreta a Mrs Price.
Por otro lado, los invitados al "juego", consistente en pasar una noche en la mansión. Ninguno de ellos resulta mínimamente carismático o interesante; por tanto, el público solo está deseando que mueran rápida y violentamente, para que el sufrimiento acabe.
Los trucos para lograr que nos asustemos son ineficaces, baratos y previsibles. El CGI es un chiste, además de innecesario, si los creadores hubiesen decidido apostar más por la creatividad dentro de un entorno que hubiera permitido generar toda la tensión necesaria y mucha más, con la sencilla puesta en escena que haga brillar a la verdadera protagonista de la historia, la casa en la colina encantada.