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Drama
En la Roma de la posguerra, Antonio, un obrero en paro, consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2016
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vittorio de Sica captura Roma como fresco neorrealista, pero, además, la filma. La espontaneidad naturalista no impide una hermosa realización cinematográfica; 'Ladrón de bicicletas' no es más testimonio histórico que Cine.
Es difícil situar correctamente la cámara en el libre arbitrio del flujo urbano. Es difícil filmar el hacinamiento en los autobuses, los desfiles de trabajadores que madrugan más que el sol, el brujuleo del caótico tráfico.... Incluso la irrupción en el prostíbulo, tan planificada y pulcramente rodada, nos hace sentir que hemos alterado una genuina, casi entrañable, rutina. Todo ello queda perfectamente unificado bajo el mismo tono dramático; lejos del mero collage urbano.
. Hay detalles de puro ensueño casi kafkiano; la panorámica de cientos de sábanas amontonadas por una araña humana en estanterías que ascienden hasta el cielo, la visita a la Iglesia, o la angustia de un padre que, por un momento, cree que a su hijo se lo ha arrebatado el agua.
. Hay detalles de pura gracia italiana: el 'eres feo, muchacho' de la vidente, o las irrefrenables ganas de Bruno por hacer pis en medio de la persecución.
...
Lamberto Maggiorani, el padre, no era actor profesional; pero poseía la fisonomía de la dignidad. El propio de Sica se negó a que Cary Grant protagonizase su película. Aceptaría, en caso de incluir a una estrella de Hollywood en el reparto, a Henry Fonda. No en vano, Fonda siempre transmitió admirablemente una extraña mezcolanza de firmeza, decencia y fragilidad que, mágicamente, este hombre desconocido también poseía.
'Ladrón de bicicletas' conforma, con actor, personaje e historia, un retrato de la dignidad en tiempo indigno.
Es difícil situar correctamente la cámara en el libre arbitrio del flujo urbano. Es difícil filmar el hacinamiento en los autobuses, los desfiles de trabajadores que madrugan más que el sol, el brujuleo del caótico tráfico.... Incluso la irrupción en el prostíbulo, tan planificada y pulcramente rodada, nos hace sentir que hemos alterado una genuina, casi entrañable, rutina. Todo ello queda perfectamente unificado bajo el mismo tono dramático; lejos del mero collage urbano.
. Hay detalles de puro ensueño casi kafkiano; la panorámica de cientos de sábanas amontonadas por una araña humana en estanterías que ascienden hasta el cielo, la visita a la Iglesia, o la angustia de un padre que, por un momento, cree que a su hijo se lo ha arrebatado el agua.
. Hay detalles de pura gracia italiana: el 'eres feo, muchacho' de la vidente, o las irrefrenables ganas de Bruno por hacer pis en medio de la persecución.
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Lamberto Maggiorani, el padre, no era actor profesional; pero poseía la fisonomía de la dignidad. El propio de Sica se negó a que Cary Grant protagonizase su película. Aceptaría, en caso de incluir a una estrella de Hollywood en el reparto, a Henry Fonda. No en vano, Fonda siempre transmitió admirablemente una extraña mezcolanza de firmeza, decencia y fragilidad que, mágicamente, este hombre desconocido también poseía.
'Ladrón de bicicletas' conforma, con actor, personaje e historia, un retrato de la dignidad en tiempo indigno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El padre obtiene un trabajo, una bicicleta y, con ello, su pequeño gran orgullo.
Cuando se la sustraen, queda reducido. No le han arrebatado un objeto tanto como una parte de sí mismo y una esperanza de subsistencia; de ser alguien. [Quien haya sufrido el robo de un vehículo entenderá el extraño lazo que, a veces, une el hurto material con un íntimo sentimiento de agresión personal]
Bajo un fin justo, recuperar lo que le pertenece, sufre el escarnio público, la mofa, la duda de propios y ajenos y el teatro del mentiroso, que finge un ataque para eludir su responsabilidad. [También, al visitar la mínima casa del ladrón, comprueba que hay más miseria que la suya]
Se ve abocado a robar él, casi como consecuencia lógica e irremediable. Su dignidad, defendida férreamente durante toda la película de forma inquebrantable, se esfuma. Inesperadamente, en una de esas imprevisibles filigranas de la condición humana, cualquiera puede ser lo que ha condenado.
Antes de que Antonio, derrotado y abocado a la precariedad, se pierda en la espesura de una multitud anónima, hay algo que le devuelve su integridad.
La limpidez de la mirada de su hijo Bruno; tan incondicional como la de Flike hacia su amo Umberto.
Gracias.
Cuando se la sustraen, queda reducido. No le han arrebatado un objeto tanto como una parte de sí mismo y una esperanza de subsistencia; de ser alguien. [Quien haya sufrido el robo de un vehículo entenderá el extraño lazo que, a veces, une el hurto material con un íntimo sentimiento de agresión personal]
Bajo un fin justo, recuperar lo que le pertenece, sufre el escarnio público, la mofa, la duda de propios y ajenos y el teatro del mentiroso, que finge un ataque para eludir su responsabilidad. [También, al visitar la mínima casa del ladrón, comprueba que hay más miseria que la suya]
Se ve abocado a robar él, casi como consecuencia lógica e irremediable. Su dignidad, defendida férreamente durante toda la película de forma inquebrantable, se esfuma. Inesperadamente, en una de esas imprevisibles filigranas de la condición humana, cualquiera puede ser lo que ha condenado.
Antes de que Antonio, derrotado y abocado a la precariedad, se pierda en la espesura de una multitud anónima, hay algo que le devuelve su integridad.
La limpidez de la mirada de su hijo Bruno; tan incondicional como la de Flike hacia su amo Umberto.
Gracias.