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Voto de Nuño:
10
7,7
3.375
Drama
Alain Leroy, un francés alcohólico, casado con una americana, está a punto de terminar un tratamiento de desintoxicación en una clínica privada. Antes de enfrentarse de nuevo a la vida cotidiana decide visitar a las personas a las que estuvo vinculado en el pasado. (FILMAFFINITY)
1 de noviembre de 2014
37 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
'El fuego fatuo', junto a 'Amanecer', es la película de mi vida.
Representan las dos caras de la moneda. Son, para mí, hermanas siamesas de apariencia completamente diferente.
Dependiendo de mi estado de ánimo, me sentiré más cercano a una u otra.
Representan las dos caras de la moneda. Son, para mí, hermanas siamesas de apariencia completamente diferente.
Dependiendo de mi estado de ánimo, me sentiré más cercano a una u otra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Alguna vez, como todos, uno piensa en marcharse; no de un modo impetuoso ni pasional, sino de un modo, hasta cierto punto, racional, juicioso. Del mismo modo que uno se guarda el derecho de abandonar un hotel en el cual su estancia no es cómoda o es libre de dejar de caminar por una senda cuyo trayecto no le contenta, uno reafirma su libertad, esencial y básica, de abandonar la vida, si entiende que la ha trascendido, si le supone un dolor vivirla o si decide que no le merece la pena cargar con la angustia de que, quizás, ésta se esté produciendo en balde, en un progresivo avance hacia la extinción y el olvido.
Este sentimiento de claudicación, de renuncia, puede asaltar en medio de una muchedumbre o en completa soledad; estando agarrado de la mano de un amor, o tras haberla soltado; siendo vagabundo o siendo millonario. No es suicidarse por un motivo, sino no encontrar un motivo por el que no hacerlo.
Como todos, lo he pensado, a veces, fantaseando, pero es evidente que no lo he hecho.
Cuando algún día pienso en hacerlo, procuro revisar 'El fuego fatuo'.
...
Son ya muchas las veces que he hecho el trayecto con Alain, que me he despedido de todos mis amigos, de todos los lugares que he visitado, de todas las cosas que han sido y han dejado de ser, y de las que podrían habrían haber sido para también dejar de ser, de los amores que uno ha abrazado, de todos esos momentos que, fugaces, no se pueden atrapar, no se dejan habitar eternamente, y se convierten en yermos muertos, amenazantes y ominosos en la distancia.
He hecho ese recorrido con Alain. He recapitulado, he dicho adiós a todos con la mano. Me he encerrado en mi habitación, pidiendo que no me molesten. He leido 'El gran Gatsby' y he puesto la pistola en mi pecho. Y entonces Alain y yo nos vamos juntos del mundo. La diferencia es que es él quien ha apretado el gatillo, y no yo.
Con la imagen del rostro sin vida de Alain, y las palabras de su epitafio burbujeando en mi cabeza, apago la pantalla y continuo mi vida. Yo esa noche me fui, pero, en realidad, sigo aquí. Es, entonces, cuando entiendo que tras la oscuridad de 'El fuego fatuo', su tono elegíaco y su honda tristeza, bullía, de alguna paradójica forma, un 'Amanecer'.
Gracias.
Este sentimiento de claudicación, de renuncia, puede asaltar en medio de una muchedumbre o en completa soledad; estando agarrado de la mano de un amor, o tras haberla soltado; siendo vagabundo o siendo millonario. No es suicidarse por un motivo, sino no encontrar un motivo por el que no hacerlo.
Como todos, lo he pensado, a veces, fantaseando, pero es evidente que no lo he hecho.
Cuando algún día pienso en hacerlo, procuro revisar 'El fuego fatuo'.
...
Son ya muchas las veces que he hecho el trayecto con Alain, que me he despedido de todos mis amigos, de todos los lugares que he visitado, de todas las cosas que han sido y han dejado de ser, y de las que podrían habrían haber sido para también dejar de ser, de los amores que uno ha abrazado, de todos esos momentos que, fugaces, no se pueden atrapar, no se dejan habitar eternamente, y se convierten en yermos muertos, amenazantes y ominosos en la distancia.
He hecho ese recorrido con Alain. He recapitulado, he dicho adiós a todos con la mano. Me he encerrado en mi habitación, pidiendo que no me molesten. He leido 'El gran Gatsby' y he puesto la pistola en mi pecho. Y entonces Alain y yo nos vamos juntos del mundo. La diferencia es que es él quien ha apretado el gatillo, y no yo.
Con la imagen del rostro sin vida de Alain, y las palabras de su epitafio burbujeando en mi cabeza, apago la pantalla y continuo mi vida. Yo esa noche me fui, pero, en realidad, sigo aquí. Es, entonces, cuando entiendo que tras la oscuridad de 'El fuego fatuo', su tono elegíaco y su honda tristeza, bullía, de alguna paradójica forma, un 'Amanecer'.
Gracias.