Vi 'Intocable' en el momento de su estreno; concretamente, la noche antes de conocer a la que, durante 2 maravillosos años, fue mi pareja. Así mismo, la música de Ludovico Einaudi fue lo último que reprodujeron mis auriculares antes de llegar a la ciudad donde ella residía por aquel entonces. 'Intocable' y conocerla, en extraña alquimia, se hermanaron como elementos indisociables de un único sentimiento. 'Intocable' quedó constituida en mi memoria como 'lo último que pasó' antes de comenzar una etapa, el telón que reveló como positiva una incertidumbre personal aún sin cuerpo.

La película, vista con esa agitación premonitoria y con ojos emocionados, me agradó, y tomó una dimensión que, quizás, no le correspondía. Revisar 'Intocable', o recordarla, me reconfortaba, más allá de su valor real, pues una dulce y grata nostalgia afloraba, y no era doloroso, sino todo lo contrario, habitarla durante un rato.

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A día de hoy, 'Intocable' sigue recordándome una bonita ilusión, pero que hace poco vio su fin.

Quizás como prueba de valor, como forma de terapia, o quizás como acto de insensatez, decidí revisarla.

La película ya no me gustó. Entendí, ya sin brumas solaces, que es simple, que es hueca, que es blanda. Es agradable, claro que lo es, incluso tiene momentos de comicidad, pero deja un mensaje demasiado banal a estas alturas del cuento. Un aroma a positivismo rancio, a esperanza de tele-predicador, a frase colorista y mansa de Paulo Coelho. Tirarse en parapente y probar la marihuana son actos que quizás distraen la infelicidad, pero no más de un rato. No radican en nada más que en un ocio superfluo. La animosidad del alma de un ser humano (complejo) está atada a múltiples dimensiones, y no se contenta ésta con aliviar sólo la más superficial. Que esté basada en hechos reales no me sirve como ejemplo de validez; cualquier película realizada con compromiso autoral, con preocupación moral, ajena a maquillajes externos, lo estará. Quizás mi visión del Cine se esté volviendo demasiado esencial, puede ser, pero para mí el Cine es un medio artístico más, como la Música, la Pintura o la Literatura, de explorarse uno, y las herramientas que 'Intocable' propone para ello apenas rasgan la piel.

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Durante dos años, y pese a todo, una película discreta como ésta fue, de alguna forma, una de las 'películas de mi vida'; atestiguó momentos irrepetibles y sensaciones que agradezco. De forma fantasmagórica, la película 'estuvo ahí'; y por ello, reconozco que le guardaré siempre un aprecio especial, pues ése es también uno de los milagros del séptimo Arte; simplemente, acompañar nuestras vidas.

Gracias.