Enésima expresión del llamado "feminismo blanco" con unas notas de clasismo rampante y la repetida romantización de la vejez, donde todas las protagonistas por encima de los 70 años son jóvenes de espíritu, cuerpo y alma. Ni pastillas para la diabetes, ni tensiómetro; alcohol y sexo adolescente.

Todo se resumen en las desventuras de unas aburguesadas pijas blancas de la tercera edad con la vida resuelta, casas de dos pisos y gimnasio, dientes blancos y riñones por estrenar, que viven en su privilegiada burbuja a cinco mil metros del suelo, donde las cosas suceden por orden de un guión, plano y soporífero hasta el suicidio creativo, que tiene la esperanza de que la vida de semejantes parásitos sociales, que sólo miran para abajo cuando hacen una gala benéfica, nos importe lo suficiente para mantener la atención.

Todo lo que transcurre es tan sumamente falso que hasta podría funcionar como parodia, pero ni eso.

Recomendable para conocer el aburrimiento cara a cara.

PD: Diane Keaton sigue sin superar que una vez fue Annie Hall.