Todo un delirio animado, ya desde su inicio nos avisa de lo que vamos a ver: en un futuro, las fuentes de energia se han agotado y, para conseguirla, se emplean los cagarrillos humanos. Los gobiernos, con su honradez de siempre para asegurarse la producción, premian con una sustancia laxante altamente adictiva a las más mejores cagadas. Pero ese producto tiene un efecto secundario: quienes sucumben a la adicción acaban mutando en una especie de azulados pitufos subnormales, cargados de imbecilidad e impotencia, dirigidos por un lider despiadado que no duda en volarles la cabeza ante cualquier fallo a la hora de robar la droga que les ha convertido en los despojos que son.

Una malvada cabezona como una supernena, un sodomita director de cine porno, una heroína guarrona y perversa, un cyborg de violencia desmesurada, una banda mafiosa cargada de estupidez y mala leche, y un genio de la genética estilo Hannibal Lecter, acompañan en la alucinada historia a unos protagonistas antiheroicos totales, sin escrúpulos ni valores morales, tan feos e imbéciles como impredecibles.

Violencia -muchísima violencia-, acción sin pausas, un perfecto desarrollo de personajes, y una mezcla acertada de animación en 2 y 3 D, conforman un producto destinado para pasar un rato divertidísimo que, además de ser breve, confirma el buen estado de salud de las actuales películas de animación, más destinadas al público adulto que no a los niños. Desde aquí os la recomiendo, pero siempre y cuando os hagan gracia el humor negro negrísimo, la escatología, y la imbecilidad humana.
Asimismo, es necesario avisar para quien busque en los dibujos animados mensajes de superación, valores de amistad, o humor de finura extrema, que huya de ésta peli como de la peste.