A Tarantino uno se lo perdona todo, incluso la primera hora de esta historia que se hace ligeramente pesada, o la media hora de película que se podría haber ahorrado sin problemas. La recompensa final hace que el viaje valga la pena, la última hora es una orgía, de humor negro y violencia que no defraudará a ninguno de sus seguidores. Añade más personajes memorables a su universo, todos ellos unos auténticos "hijos de puta" y situaciones para el recuerdo.
Seguramente nos encontramos ante el hombre más libre del cine en la actualidad. Hace realmente lo que le da la gana, no busca premios, simplemente pasárselo bien, y se nota.
La mezcla de influencias desde Peckinpah a Leone, géneros tan dispares como el Western o el Gore y su sello propio producen un cóctel chispeante, diferente, muy por encima de la media.