Es de verdadera pena que una idea tan brillante y sugerente como la que propone en el film se convierta en un panfleto evangelista de apología de la fe de unos pocos.

La pregunta de por qué permite Dios que el Diablo exista y toda la maldad que se asocia a su imagen siga destruyendo la felicidad y la paz del ser humano, es una cuestión tan vieja, como el propio origen del mundo.

Una presentación paupérrima en calidad de intérpretes y de puesta en escena, arruina todo la capacidad de interesar y hasta fascinar, que su argumento podría desarrollar... es imposible que esta cinta llegue a las pantallas europeas aunque su prota sea el mismísimo Malcom McDowell (La Naranja Mecánica): ninguna productora seria, podria promocionar semejante bodrio hecha por meros aficionados con aun más fe que el desempleado que cree que llega a fin de mes.

Con unos argumentos y desarrollo más racionales y que englobaran al conjunto de la sociedad, y no sólo como un film proselitista de una fe concreta, se hubiera llegado más alto y más lejos, porque la idea es brillante y permite un juego increíble.

Aceptamos que si el film tiene de protagonista al Diablo es lógico que se acepte la existencia de Dios, pero no tiene que ser solo el Dios de un grupo concreto, ni con las características concretas que el evangelismo le pueda poner. En el propio film se dice que trillones de personas van al infierno, una idea que no sólo es una interpretación subjetiva de la Biblia, sino una discriminación simple de los seres humanos diviendolos entre los pocos que se salvan y los muchos que son atormentados en un lugar de fuego eterno.

Con base en la razón y el sentido común todo el film se tambalea desde esa limitada y exclusiva teología de la segunda venida de Cristo, de nuevo un particular modo de entender el pasado, presente y futuro del hombre, pero que desde luego no comparten millones de seres en este mundo, lo que hace este film un "rara avis" solo para curiosos sin miedo a la dogmatización y exclusividad de la verdad.