Ramón Salamander .... un villano en el sentido más puro de la palabra. Malo pero con clase. Un dictador moreno que fuma grandes puros. De origen mejicano, nacido en Mérida (Yucatán) comparte con el Doctor su mismo aspecto. Son como dos gotas de lluvia. Y sin embargo, esta casualidad no dejará de ser eso, un macguffin para sustentar la trama principal de la historia. No hay explicación científica ni nada parecido. Eso resulta, cuanto menos, chocante.

Estamos en la era pop. Además del aspecto del segundo Doctor, con ese pelo beatle y un traje dos tallas grandes como si fuese Charlot, nos obsequiarán con unos trajes de diseño más propios de Mary Quant: cuero o plástico el de los uniformes de los soldados, cuellos cisne, vestidos sixties de algunas de las protagonistas, en especial de Mary Peach, con sus botas de equitación, minifaldas, y unos peinados a juego. Parece un programa de "Ready, steady, go".

Y tenemos al bueno de Troughton, el doctor más desconocido por la desaparición de muchos de sus episodios, pero no por ello el peor. Se enfrenta ante un reto como actor: interpretar a dos personajes, cambiando dicción y comportamiento, y, rizando el rizo, interpretar a un personaje que trata de imitar al otro. Y sale magníficamente bien parado. Y es que Troughton era un buen Doctor, que supo dotar de personalidad a su personaje y alejarlo del carácter que le imprimió el primer Doctor.

Buena saga. Quizás demasiado larga con seis episodios, pero era lo que se estilaba entonces. Un Doctor Who de verdad.

Como curiosidad mencionar que estos episodios estuvieron perdidos hasta 2013, cuando fueron encontrados en Nigeria y presentados a bombo y platillo por la BBC. Aún siguen perdidos más de 100 y muchos de este Doctor. Ojalá aparezcan.