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España España · Rivas-Vaciamadrid
Voto de Quinto Sertorio:
5
Ciencia ficción. Acción Tras una devastadora guerra nuclear, la sociedad ha quedado destruida y la convivencia humana regresa a la barbarie. El entreteniento de la época es un cruel y violento juego, en el que un equipo impone su ley en el desierto, desplazándose de población en población, soñando con llegar a la ciudad y enfrentarse al campeón de la liga profesional. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película quizás inclasificable. Tiene el aspecto de una modesta producción de serie Z, con una ambientación y los escasos medios propios de las películas post-apocalípticas de Albert Pyun (Cyborg, Knights, Apocalipsis Omega), Slipstream, Mad Max o las cutres italianas de los 80.

Nos encontramos un guión y dirección de David Webb Peoples, el creador, nada más ni nada menos, de Blade Runner, Lady Halcón, Sin perdón y 12 monos. Perplejidad es la palabra.

Destaca en cuanto observamos el reparto con un Rutger Hauer pletórico, y otros rostros conocidos como Joan Chen, Delroy Lindo o Vicent D'Onofrio. Sigue la perplejidad.

Porque la película es rara, tendiendo a peñazo. El argumento nos relata en un futuro post-apocalíptico, la historia de un equipo de juggers, que practican un deporte muy simple y bárbaro: pinchar una cabeza de perro en un palo mientras el resto de miembros del equipo se zurran con los oponentes. Vale todo durante el partido: tortazos, mutilaciones, etc. La tecnología ni existe y su cronómetro consiste en tirar 100 piedras en intervalos regulares. Es, pùes, una película sobre un deporte inventado y salvaje en un futuro distópico. Aparentemente promete, pero viendo el primer partido de la película te apercibes que el deporte no tiene ni gracia ni espectacularidad, debido a la incompetencia en la dirección del afamado guionista, haciendo los combates tan aburridos, torpemente rodados y tan poco emocionantes que te hacen perder el interés por ellos y por la película. Y así hasta el último combate.

Fuera de eso no hay guión, ni diálogos interesantes o medianamente inteligentes. Más que actores, son bailarines, unos bailarines sin gracia ni garbo. Dan tumbos en la pantalla sin saber que tienen que hacer (y si no vean a D'Onofrio).

La película es floja, torpemente mal dirigida (Pyun le da mil vueltas como director), sin dinero, con una nada-ambientación y un guión que cabe en una caja de cerillas de bolsillo. El interés puede radicar en la escasez de películas de ciencia-ficción, por lo que este filme se puede tolerar con reparos.
Quinto Sertorio
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