Antes de que existiese en Universo Cinemático Marvel, existieron los "Monstruos de la Universal", todo un catálogo fílmico de todos los monstruos clásicos con los que, lo que tenemos unos añitos, hemos crecido: Drácula, la momia, el hombre-lobo, el monstruo de Frankenstein y tantos y tantos otros. En raras ocasiones compartían pantalla, como vampiros y el hombres-lobo. Quizás la evolución artística y de mercadotecnia de este Universo fílmico nos puede ofrecer que nos deparará el futuro de la Marvel. Secuelas y secuelas de secuelas, personajes con cada vez menos interés, que repiten estereotipos, con menos medios y menos ideas, hasta llegar a los filmes paródicos de Abbott y Costello.

El hijo de Drácula se sitúa en una población mediana estadounidense, de esas que le gustan a Stephen King, quizás en el Sur, por eso de los criados negros. Este centroeuropeo es tan espabilado que para pasar inadvertido se hace llamar Conde Alucard (Drácula al revés) ¿No podía llamarse Conde Pepoff si no quiere levantar sospechas, como ocurre a partir del minuto 1? Lon Chaney tampoco es Bela Lugosi. No es que lo haga mal, pero parece un Drácula de Hacendado. Y encima una simple humana le toma el pelo.

Estéticamente el filme sí está logrado, con escenas en los pantanos bastante logradas. Los efectos especiales son entrañables, en especial el vampiro. Los personajes son novedosos, desde el doctor que se enfrentará a él, muy americano, al húngaro que hace de asesor. Hay un giro interesante en el filme y el mejor papel se le reserva al protagonista humano masculino, que hoy en día, sería detenido por violencia machista.

En fin, filme entrañable pero decadente, con una estirpe de Drácula bastante venida a menos. Por no tener, creo que no se le ven ni los colmillos.